XiomaraPor Dayana Darias Valdés y Pedro Jorge Velázquez, estudiantes de Periodismo

Los alumnos la ven. Las aulas esperan ansiosas su entrada. El pasillo inmenso la dibuja como brisa de aire fresco, juvenil. Como la alumna más popular, esa con la que todos quisieran intercambiar ideas o acompañar en sus viajes.

Y es que cuando la Dra. en Ciencias Filosóficas y profesora titular del Departamento de Filosofía de la Facultad de Ciencias Sociales Xiomara García Machado saca a pasear sus espejuelitos por la UCLV, pareciese que hasta el mismo tiempo debe detenerse para observar a una mujer comprometida con su trabajo, sus aficiones y su familia.

Trabajadora emprendedora y madre atípica. Hoy deja su mente en un hermoso rincón, la azotea del edificio conocido como la “U” y envuelta en las hojas que visten el lugar, accedió a contestar algunas preguntas, a propósito del reciente día de las Madres.

¿Han dado frutos las prácticas educativas que ha llevado a sus hijos?

-Tuve dos hijos biológicos, mis dos sobrinos que también son hijos míos y mi nieto, esos son afectos entrañables.

-Mis hijos me han dado muchas alegrías, me han conmovido porque se convirtieron en lo que yo quería, a su manera, con sus recursos, sin pensar igual que yo, sin coincidir conmigo en todo lo que hago y con todo lo que me comprometo, pero yo los respeto porque son lo que ellos han querido.

-Las prácticas educativas siempre dan frutos aunque se demoren, aunque vengan esas épocas donde uno cree que está arando en el mar, siempre hay frutos.

Ser madre…

-En la sociedad hay una visión unilateral con respecto a la responsabilidad que tenemos las mujeres. En ese sentido nos impide mucho ocuparnos de nosotros mismos. La cultura que heredamos implica ayudar a todos en el seno familiar y a veces a renunciar hasta a uno mismo.

-Yo me desarrollé profesionalmente con hijos pequeños. Pasando los trabajos propios de la época, que es la de los años 90, viviendo sola con mis hijos aunque con ayuda de la familia.  He sido muy activa en la crianza de mi nieto, a tal punto que hoy en día soy la responsable de esa crianza y eso lleva ocupación, los hijos son almas que hay que formar.

-Es muy difícil formar almas no puede ser una labor de dos o tres o solo de una madre, la sociedad está muy complicada cuando se tratar de forjar almas y a mí me ha costado forjar la de mis hijos, pero he trabajado intensamente en eso.

 Algunos errores que quisiera borrar…

-Si tuviera la oportunidad de regresar en el tiempo cometería errores sin saber si serían o no los mismos. Cada individuo se fija en algo y desatiende otra cosa.

-Los errores son necesarios para crecer, sin errores no hay crecimiento, y cuando hablamos de errores quiere decir que ya tenemos conciencia crítica de que hemos hecho algo mal, y lo más importante es reconocer críticamente que te has equivocado.

-Yo me he equivocado, pero siempre me comprometo mucho con el cambio y con la necesidad de pedirle disculpas a otras personas, me cuesta más disculparme a mí misma, me llevo muy recio pero no me cuesta trabajo pedir disculpas.

¿Cómo es la relación con sus hijos?

-Mis hijos pertenecen a una generación que en su mayoría se comporta con la idea del éxodo. Cuando eran pequeños una profesora de esta universidad me regaló un poema y con ese poema aprendí que mis hijos no eran míos, sino algo que a través de mí, tenían que irse por los ríos de la vida, fluir, pero que no me pertenecían.

-Cuando mi hija entró en la religión Yoruba fue un proceso duro para mí, fue educada por un referente materialista racionalista que es mi postura ante la vida y ella eligió esa religión.

-En esa religión la madre juega un papel importante, la madre debe participar en el proceso de iniciación porque si el nacimiento espiritual no cuenta con la aceptación de la madre biológica esa persona nace mal formada, yo me comprometí con mi hija que me lo pidió desde el respeto. Comprendí su elección aunque me costó trabajo asimilarlo. Siento mucho respeto y cariño por muchos hermanos de fe de mi hija y no tengo problemas con esa religión.

Y con sus alumnos…

La relación que tengo con mis estudiantes es lúdica y de responsabilidad. Desde que entro al aula los problemas de mis alumnos son mis problemas. Si un estudiante se me acerca y me cuenta un problema, yo inmediatamente me movilizo, le doy consejos, lo apoyo, lo que me interesa es forjar conocimientos y almas.

-Me gusta ejercer la crítica, levantar dogmas, me gusta increpar lo cotidiano, lo que creemos que está bien, me gusta el cuestionamiento, con compromiso.

-Desde que tengo estudiantes momentos dolorosos no recuerdo ninguno. Algunos de mis estudiantes son grandes amistades que sobreviven al tiempo, son mis hijos culturales. Siento que es mi responsabilidad formarlos ayudarlos a crecer, exigirles.

 ¿Qué tipo de madre es usted?

-Yo no soy una madre típica, a mí me gusta fomentar la amistad con mis hijos, que en eso se base nuestra relación y no en respetos tiránicos por la sangre que llevas en tus venas.

-Le doy mucho valor a los principios a la dignidad de las relaciones, a la sinceridad cueste lo que cueste. La honestidad tiene que ser algo fundacional de lo contrario, las relaciones interfamiliares, se convierten en simulación. Hay familias que se mienten y así, se acumulan las cuentas pendientes.

El arte, el deporte, los proyectos y compromisos profesionales, la familia… ¿Y el tiempo?

-Estar activa es lo primero, tratar de organizarse es muy importante. Eso tiene que ver con rituales que uno tiene, que se van construyendo en la vida. Yo tengo rituales para estudiar, para preparar las clases.

-Siempre trato de salirme de ser profesora. De salir a disfrutar lo que hacen otros. Me gusta mucho ir a las peñas musicales de Santa Clara, que son excelentes espacios. Me agrada el teatro, soy una activa espectadora y me invitan a participar en eventos de teatro como las Magdalenas, que se hacen en Santa Clara cada tres años. Veo deportes, series, películas, escucho música, trato de hacer vida social.

-Si pudiera estar el día entero escuchando música sería ideal pero también me he resistido un poco a ponerme audífonos porque los audífonos te apartan y a mí no me gusta sentirme apartada.

-Lo otro es también no mirarse uno solo para sí mismo sino que me gusta salir hacia los demás. Siempre me gusta por eso hago proyectos, algunos se logran y otros abortan, otros tienen una vida efímera, pero en esta época lo efímero está de guardia.

-Yo creo que hay tiempo para todo. Cuando uno dice que no tiene tiempo es que le falta organización, le falta motivación, le falta compromiso para hacer cosas.

¿Quién es Xiomarita?

– La representación que puede tener la gente de mí es que soy hiperactiva, que hablo mucho, pero soy una persona de grandes silencios.

-Soy normal no me gusta la exaltación de la individualidad, no tengo nada de “quijotesca” aunque la gente me identifica a veces como alguien muy osada, muy atrevida, porque soy dadora y abridora, solo eso.

-No me gustan las utopías sino las cosas que realmente se pueden hacer, las cosas que no se pueden hacer se pueden discutir, se pueden problematizar. Me gusta que los propósitos tengan salida práctica e inmediata, por lo tanto no me quedo soñando en una nebulosa al estilo “intelectualoide”.

La UCLV para usted…

-Pertenezco a la universidad. La universidad es el lugar donde salí de mí misma a hacerme mundo, soy una enamorada de la universidad, amo la Universidad Central de Las Villas y quiero que mis restos descansen en la carolina que está a la entrada de la Facultad de Ciencias Sociales. Mis hijos y mis amigos saben que deben esparcirme ahí. No tengo ganas de irme de la universidad, hay días que me quedaría hasta más tarde. He vivido tantas cosas, desde festivales, criollos, el comedor, la caminata en honor al Che, el 1ro de mayo, porque desfilar con mis compañeros me hace muy feliz. Pero lo mejor es un aula con más de 10 estudiantes dando clases de Historia de la Filosofía.

La palabra de su vida…

Perder… La palabra de mi vida es perder, porque implica un reto.