El orgullo del mérito reconocido opacó la rara sensación del momento. Una joven después de cinco años mostró a teatro lleno merecer la categoría de más integral en esta graduación 61 de la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas.

Recién salida de las aulas en las que se formó como Licenciada en Educación Especial de la Facultad de Educación Infantil, Beatríz de la Caridad Galvez Jiménez, añora educar a esos pequeñines que en distintas medidas aprenden y aprendemos de ellos.

No es la única que se inclina por el magisterio, ni tampoco la única que se inscribe en la educación especial. Pero su sensibilidad y humanismo la hacen auténtica entre tantos que prefieren cursar otras carreras iguales de imprescindibles en la sociedad cubana.

Quizás sea una de las pocas personas que desde pequeña tomó la decisión correcta como si hubiese recibido una orientación vocacional temprana. Pero un motivo muy personal la convenció aún más de que esa era la profesión de su vida.

«Yo tengo una hermana que es un caso fenil. Se trata de una falta de aminoácidos en el organismo y se detecta por la prueba del carcañal. A ella le dio negativo quizás por equivocación. Con el paso del tiempo la conocí aun cuando mi papá nunca la reconoció. Esa enfermedad al no detectarse a tiempo propicia que haya discapacidades intelectuales, físicas, motoras. Ella tiene retraso mental moderado, tiene dificultades motoras, no tiene buena comunicación. Eso me llevó a querer conocer más acerca de la enfermedad y a investigar cómo ayudar y eso me inclinó a desear estudiar la carrera.

¿Cómo lograste ingresar en la Educación Especial?

Cuando terminé noveno grado fui la mejor estudiante de la secundaria y recuerdo que iba a pedir el Yabú para entrar en el Pre Pedagógico. A la hora de firmar la boleta mi mamá no quiso que estudiara educación. Consideraba que yo podría estudiar otra carrera. Por eso no pude coger esa escuela. Luego hice las pruebas de actitud para entrar a la EIA en la manifestación de música, pero en segundo año decidí abandonar los estudios. Ese fue el año en que empezó el pre en la calle. Yo logré entrar en el Yabú, el mismo que había querido coger anteriormente, aunque esta vez funcionaba ya como pre-universitario. Pasé los tres años estudiando una sesión y ocupando la otra en la papa. Cuando llegué al doce grado estudié para las pruebas de ingreso y opté por la carrera que siempre me gustó.

¿Y tu mamá?

Ella aceptó muy bien y estuvo de acuerdo. Dice ella que al principio no quería que tan pequeña hiciera una carrera equivocada por no tener bien clara la vocación. Quiso que cogiera pre para tener tiempo a familiarizarme con otras carreras. Pero al final la única que lo pidió de mi pre fui yo. Ella se dio cuenta que definitivamente seguí firme a mis deseos. Era un curso que no iba a abrir y para hacerlo hubo que mezclar a seis cubanas con seis extranjeros árabes para completar la cifra de grupo. La carrera no se abría en el Pedagógico hacía dos años. De 12 que empezamos terminamos siete.

¿Cuánto valoras tu carrera?

Es una carrera muy bella que enseña mucho y que te inspira por los profesores que te educan. La mayoría estamos acostumbrados a lidiar con personas normales o de la norma, pero cuando te enfrentas a personas con discapacidades aprendes a tener paciencia, a ser más humano, más responsable en las propias cosas y con las demás personas, sobre todo, permite que nosotros les enseñemos herramientas para que puedan ser útiles en la sociedad.

Esperamos que el mundo esté cambiando, ellos no pueden cambiar. Si avanzan será por la atención y la dedicación que se les tenga. Por eso me gusta tanto mi carrera y he estado activa en estos cinco años.

¿Cómo fueron estos años?

Siempre le digo a mis compañeros de aula que tuve esos resultados, no por la inteligencia, sino por el hábito de estudio y los deseos de aprender. Todos estamos capacitados para asimilar conocimientos, unos con más facilidad y otros con menos. A mí me gusta estudiar. Empecé a participar en los fórums científicos estudiantiles, los universitarios los de ciencias pedagógicas, los festivales de la clase, los exámenes de premio, todas las actividades deportivas, artísticas, las extensionistas, fundamentalmente destacándome en el Dominó, en la realización de performance en los proyectos culturales de la zona de Camacho-Libertad. Entré desde el segundo año en la dirección de la FEU como vicepresidenta de la facultad y asumí muy rápido la presidencia, una tarea muy dura.

Ya en tercer año fui alumna ayudante de la asignatura Anatomía y Fisiología. En cuarto asumí tres grupos sustituyendo a una profesora. Impartí la asignatura casi un curso completo hasta que la profesora se incorporó. Era difícil asumir tantas responsabilidades y la práctica docente. Además, desde tercer año pertenezco a la comisión nacional de carrera. Fui la estudiante que representó el centro de Cuba para compartir experiencias desde el punto de vista estudiantil, confeccionar planes de estudio, realizar modificaciones. Por esa causa me inscribo en una publicación científica al respecto.

Tuve un problema de salud en cuarto año y el 17 de enero fue el festival de la clase, el único en el que no pude participar porque ese día no pude asistir al pedagógico y terminé operada. Tuve que delegar en el vicepresidente de la FEU por mi recuperación y luego me dieron la liberación.

Pero desde la casa hice las pruebas y los exámenes de premio. En quinto año seguí siendo alumna ayudante de esa asignatura, pero me quitaron carga docente porque ya estaba inmersa en la investigación de la tesis de grado que desde cuarto año presenté, que fue la presentación de una estrategia educativa de orientación familiar con una niña autista, incluida en una escuela primaria.

¿Qué significa el haberte graduado como la más integral del curso académico?

Es un orgullo después de cinco años de lucha para convertirme en una buena profesional. Por lo que entré, salí. De hecho, se hizo más grande el interés por lo que me motivó a entrar a la educación especial.

Te sientes realizada como estudiante y … ¿cómo avisoras tu realización como trabajadora?

Siento y confío que será igual porque me gusta. Yo estaré, no mucho tiempo por mi embarazo, en la escuela Sueños Martianos, de niños con retraso mental. Sé que me encantará enseñarles y aprender de ellos. Lo que a nosotros nos falta a ellos les sobra, el sentimiento.

La mayoría viene de familias disfuncionales y su realidad es muy dura, muy triste y con mi trabajo lograré hacerlos más felices. Trabajaré por una escuela inclusiva mientras lo permita el coeficiente intelectual de los alumnos y aquel que no pueda integrarse a una institución educativa podrá recibir preparación para la vida de adulto independiente.