El concepto de Revolución, que juraron más de 7 millones de cubanos tras la muerte del Comandante, deja muy claro los límites de ser revolucionarios en Cuba. Pero la joven Karla María Pérez González prefirió sumarse al grupo que hizo caso omiso a ese documento, que es lo mismo que ignorar la esencia de esta Revolución que le dio el derecho gratuito a la Educación Superior, por el que luchan tantos jóvenes en el mundo. Ella está a favor del cambio, pero no del que se gesta en aras de enriquecer nuestro proyecto social cubano, que es el tipo de cambio al que se refiere el concepto.

Como parte de Somos + asume el pretensionismo de este movimiento que propugna la reforma de la constitución, del sistema electoral cubano, de la economía, entre otras transformaciones encaminadas a promover una plataforma neoliberal capitalista incompatible con el proyecto construido por los revolucionarios a los que se refirió el líder histórico de la Revolución cubana.

Desde el día que Karla entró a la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas, lo confirma la brigada de la que formó parte, su objetivo primero era graduarse de la carrera de Periodismo, adquirir habilidades y competencias profesionales para luego actuar en la sociedad desde una posición contraria a la política de los medios de comunicación de nuestro país, voceros de los principios que defendemos. Máxime cuando el ingreso a esta carrera exige responsabilidad y compromiso con los fines de la sociedad socialista y el servicio exclusivo al pueblo.

Entonces, ¿puede Karla estudiar en una institución revolucionaria que tiene como principal objetivo la formación integral de los estudiantes como profesionales competentes, comprometidos con la Revolución y portadores de los más encumbrados valores del ser humano?

Está claro que la joven no apoya el proyecto social cubano y apuesta por la plataforma ideológica de Somos +, que exige cambios en el sistema como el pluripartidismo, las elecciones “libres” y la economía de mercado. Defiende además la privatización de los servicios de salud y educación, cuando ella misma recibió el privilegio de ingresar en un centro de educación superior de excelencia y con trayectoria de éxito en la entrega a la sociedad de hombres y mujeres preparados para asumir y enfrentar cualquier puesto en sus distintas esferas, desde una perspectiva humanista.

¿Quién es realmente esta estudiante?, que a raíz del fallecimiento de Fidel expresó: «Y qué importa Fidel, Guevara o cualquier personaje e ideología…», y que declaró que solo le importaba graduarse, pues si la solución para continuar la carrera era entregar el carnet de Somos +, estaba dispuesta a hacerlo, e incluso, se ofreció a formar parte de la FEU. Esto no quiere decir que la ausencia de un documento que la identifique o la integración a conveniencia, borren su afinidad por esa organización contraria al modelo social cubano, y menos su posición de reconocimiento y reafirmación de estar en contra de la defensa de la Revolución.

Debemos cuestionarnos ese comportamiento hipócrita y utilitarista en esa estudiante de una carrera de perfil ideológico. Por otro lado, queda en duda su credibilidad, con tal de lograr el objetivo de alcanzar un título en una de las más prestigiosas universidades cubanas, para luego insertarse en la sociedad y plegarse a la contrarrevolución.