Laura Martínez de Carvajal, nació el 27 de agosto de 1869, la primera hija de una familia española adinerada, que tenía acceso a los círculos más selectos de la sociedad cubana. Desde sus 4 años demostró habilidades asomborsas en la lectura. Su familia resultó una influencia determinante en su educación; mostraba en su comportamiento los buenos modales y costumbres de la sociedad, todo ello unido a los más nobles valores.
Los años en la universidad fueron de estudios intensos, ya que cursaba dos carreras examinando 19 asignaturas, 17 de las cuales sacó con notas de sobresalientes. Con notable empeño se desarrollaba en las actividades docentes, mostraba a cada paso su brillantez y el alcance de su inteligencia.
La vida para la mujer de su tiempo era bastante difícil, un mundo de leyes y patrones sociales dirigido por hombres. Tuvo que sobreponerse a las burlas y comentarios ofensivos generados por su sola presencia en un aula donde todos eran hombres, no pocos de los cuales la calificaban de extravagante; padeció además, las trabas impuestas por algunos profesores.
Este contexto la hizo imponerse a fuerza de respeto y constancia para hacer valer sus derechos en una sociedad que no admitía una mujer en esa posición. Pero el empeño y voluntad siempre hace lo suyo, y es aquí donde Laura Martínez de Carvajal a pesar de la adversidad conquistó el respeto y la admiración de sus compañeros con su disciplina y trabajo diario.
Recibe las clases teóricas de medicina en el Convento de Santo Domingo, y las prácticas de Anatomía, Clínica Quirúrgica, Patología, Operaciones y Disección se realizan en el Anfiteatro Anatómico ubicado en el antiguo Convento de San Isidro. En 1883 inicia su preparación clínica en pésimas condiciones en el hospital San Felipe y Santiago, en los altos de la cárcel, donde se atendían a los presos. De allí se traslada al hospital San Francisco de Paula, en el cual mejoran sus condiciones de trabajo, donde cursa las asignaturas de Obstetricia y enfermedades de la mujer y el niño.
El 15 de julio de 1889, se convirtió en la primera mujer graduada de médico en Cuba.
Conoció al que posteriormente sería su esposo el Dr. Enrique López Vaitía (gran oftalmólogo e iniciador de los Congresos Médicos en Cuba), en el Hospital Reina Mercedes, ubicado en 23 y L (lugar que en la actualidad ocupa la heladería Coppelia). Enrique quiso casarse enseguida pero el padre de Laura, se opuso, solicitando que su hija terminara la carrera y después el matrimonio.
El 15 de julio de 1889, se convirtió en la primera mujer graduada de médico en Cuba. Cinco días después de haberse recibido de médico, contrajo matrimonio con el doctor Enrique López Veitía, uno de los oftalmólogos más brillantes de nuestro país en los finales del siglo XIX y principios del XX.
Junto a su esposo asistió a numerosos congresos médicos que se realizaron el la época. También colaboró con el en gran cantidad de publicaciones como “Notas fisiológicas”, “Observaciones clínicas”, “Ocular leprosy”, así como en los tres volúmenes de “Oftalmología clínica”. De esta manera, no sólo llega a ser la primera mujer médico de Cuba, sino que también se convirtió en la primera oftalmóloga del país.
Se le diagnosticó tuberculosis , y muere a causa de esta enfermedad el 24 de enero de 1941, con 72 años de edad en la Villa “El Retiro”, lugar que pertene al municipio Cotorro de La Habana.
El nombre de Laura Martínez de Carvajal ha quedado en la memoria de quienes cultivan las distintas especialidades médicas, por cuanto en él se ha ido atesorando para la posteridad. Su estela esculpida como primer precedente para los estudios científicos de la mujer cubana en la trinchera de las ciencias nos impulsa aún más en tiempos de exigencias sanitarias.