Si dijera que se llama Alejandro, muy pocos lo reconocerían, pero si digo Imeno, muchos sabrán de quién hablo. Y es que Alejandro Imeno Guirola (conocido por su primer apellido) es de esos jóvenes inquietos que siempre andan llenos de trabajo, ideas y proyectos.

Un joven que se caracteriza por el compromiso y las ganas de hacer y que a la altura de su 3er año en la carrera de Licenciatura en Lengua Inglesa, considera a UCLV como una parte de sí y un punto de giro en su vida.

Imeno es alumno ayudante, participa en los festivales, investiga y es presidente de la FEU de la Facultad de Humanidades, razones sobradas para que su brigada lo eligiera delegado directo al 9no Congreso de esta organización, una forma de reconocer su empeño y responsabilidad ante las tareas.

¿De dónde saca Imeno todo ese empeño y dedicación que pone en todas las tareas que asume?

Yo siempre he creído que la pasividad, el aburrimiento, el no tener nada que hacer constituyen de las peores actitudes de un joven; por eso todos los proyectos y las tareas las asumo con el mismo entusiasmo.

Todo joven debería emplear su tiempo con la mayor cuota de ímpetu posible, porque a nosotros no nos tocó hacer grandes proezas, pero nos toca vivir este pedacito y aportar a los proyectos en los que creemos, a lo que queremos construir.

Y dentro de ese Imeno tan activo tu abuelo jugó un papel importante como ejemplo,  ¿verdad?

Mi abuelo era una persona extremadamente crítica, extremadamente comprometida con las tareas que se planteaba y no solo en el aspecto político, era una persona humana y grandísima, que me enseñó todo: la pasión por la lectura, la cultura general, la sensibilidad humana.

Mi abuelo me regaló la única bandera cubana que yo tengo. Sus lecciones morales desde que era pequeño han sido valiosas para mí. Él fue un ejemplo de sacrificio social, de compromiso con su país, porque dio el paso al frente muchas veces, cuando no todos lo hicieron.

Los grandes procesos se hacen siempre del sacrificio de muchas personas, personas desconocidas, pero personas grandes, como mi abuelo, que nunca quiso ningún tipo de reconocimiento, nunca lo tuvo, murió sin reconocimiento, fuera de una medalla o de una despedida formal de duelo; nada más. Aun así, nunca le importó porque lo que él tenía era un compromiso humano. Eso lo aprendí de él.

Durante tu vida estudiantil has estado becado por la lejanía entre las escuelas y tu casa. Así fue en el IPVCE y ahora en la UCLV. ¿Cuánto influye esto en la personalidad de Imeno?

En primer lugar yo decidí estudiar fuera de mi localidad desde el pre porque mis inquietudes intelectuales no se iban a satisfacer en mi área de residencia, y además siempre me llamó la atención esa vida de camaradería bonita de una beca.

De forma negativa ha influido en que he perdido contacto con el lugar donde vivo, en la convivencia con ese ámbito social, es decir uno cuando está becado va a la casa prácticamente de vacaciones, a ver a la familia.

Pero he ganado muchísimo. Santa Clara es una ciudad muy rica en cuanto a cultura y a movilidad intelectual. He tenido oportunidades de conocer amigos de varias partes del país, a personalidades de diferentes ámbitos, he abierto mis fronteras, he aprendido enormemente. Es como un influjo constante que uno hace y siente.

Tú acumulas varias coincidencias, estudiaste en el IPVCE Ernesto Guevara, has convivido por varios años en la ciudad de Marta y el Che y además estudias en la UCLV, una universidad también relacionada con estas personalidades. ¿Coincidencias un poco retadoras no crees?

Uno casi nunca piensa en esas cosas de manera tan consciente. En el IPVCE siempre se hablaba de lo que era el pensamiento guevariano, de la juventud y su relación con la figura del Che y eso es como semillas que se le van sembrando a uno, tienen fruto y crecen sin dudas.

Hoy por hoy estas son concepciones un poco románticas que uno siempre tiene en cuenta, en primer lugar por la figura del Che, una persona cuyas ideas a veces son pasadas por alto, aunque se hable mucho de él, la esencia de su pensamiento queda en palabras y uno de los ejemplos más grandes de revolucionario que conozco fue él.

El ejemplo de Marta viene, de una persona que teniendo las mejores posibilidades del mundo dedicó gran parte de sí a ayudar a las personas, a una cuidad. Y ahí ya encuentras coincidencias entre el Che y Marta, como uno dedica un pedazo de su vida al servicio ajeno, social, colectivo. Somos una sociedad, somos seres sociales y si pensamos que todos los problemas que tenemos se resuelven en nuestra individualidad, estamos totalmente equivocados. Es la idea esa de sacrificar una parte de sí por el bien común y creo que en ese concepto confluyen el pensamiento de Marta y el Che y constituyen ese reto y paradigma para nosotros.

Eres “ipeveciano”, ¿cuánto marcó el tránsito por el IPVCE en ti?

Todo, todo, incluso creo que aportó tanto como lo que llevo en la UCLV. Uno llega bisoño, desde su campo sin ningún tipo de conocimiento, ajeno a muchísimas dinámicas que se dan en las relaciones interpersonales, en la manera en que la gente piensa, la forma de expresarse y te encuentras esa vorágine de sensaciones. Lo debo describir como un mundo de sensaciones más que de conocimiento, y eso va dando vuelta alrededor de uno y te van permeando poco a poco.

Mi experiencia en la vocacional se relaciona mucho con el concepto de amistad, que yo vine a descubrir esencialmente cuando llegué allí. Y es esa visión de preocuparte por el otro, de pasar trabajo, de hacer algunos sacrificios en la vida, el hecho de no tener siempre las comodidades al alcance de la mano. Eso formó en mí un carácter que yo llamo estoico, esa fortaleza de asumir en la vida lo que sea sin quejas y con felicidad, que es lo paradójico. Allí conocí amores, amigos, sufrimientos y experiencias increíbles.

Algunos te catalogan como contestatario o incendiario, pero detrás de ese estereotipo se mueve un joven que le gusta decir lo que piensa sin tapujos, ¿te asumes así?

Chico, hasta me gusta la idea, para bien. Yo me considero una persona inconforme con la realidad que me circunda, soy un joven inquieto, con ganas de saber respuestas que mucha veces nadie me da y me gustan las cosas claras, que todo quede en el entendimiento, el diálogo, la negociación y si algo no se puede pues por qué no con las razones lógicas.

Siempre me han incomodado las tendencias a tapar lo mal hecho, justificar comportamientos que para nada tienen que ver con lo correcto, además soy una persona pasional y cuando veo que una cosa no se está haciendo bien, lo siento. Yo digo lo que pienso, y mis ideas las tengo bastante claras y por eso las defiendo donde quiera que me paro, siempre bajo las normas del respeto hacia el otro, sabiendo que la verdad absoluta no la tiene nadie y dispuesto a corregir también.

Y por eso creo lo de contestatario e incendiario, porque soy alguien que le gusta mover su pensamiento. Como todo joven, soy uno más.

No se puede hablar de Imeno sin mencionar el proyecto Orbis

Así es, o por lo menos no en el Imeno de ahora, es una experiencia que me ha aportado muchísimo en la cultura del debate, el diálogo, el respeto y desde el punto de vista personal ha constituido la fuente de innumerables amistades, experiencias, de enriquecimiento intelectual, incluso situaciones dentro de mi perfil profesional. Hoy me siento una persona mucho más preparada políticamente y desde la comunicación gracias a este proyecto.

Durante el segmento de alto nivel del VII Modelo de Naciones Unidas de la UCLV Orbis 2018. Alejandro Imeno al centro (Foto Giovany Peñate Cruz).

Orbis me ha posibilitado ganar en habilidades de gestión pues pertenezco al comité organizador y por tanto desde meses antes del evento tenemos que organizar todo y eso me ha dado el sentido de pertenencia por el proyecto pues si no aporto mi granito de arena, el proyecto, y quienes están involucrados en él, pueden salir perjudicados.

Pero Imeno también se mueve en la impartición de la docencia a través del movimiento de alumnos ayudantes, ¿es la pedagogía una de tus pasiones?

Creo que tengo algún talento con respecto a la pedagogía. Yo siempre he sido de aquellos que les gusta estudiar juntos y está relacionado con que el conocimiento compartido es más grande. Creo que tengo un bichito de educador por dentro.

Resulta un gran reto porque es emplazar a un profesional y lograr que los estudiantes reciban de ti lo que recibían de un profesor. Eso implica que debes prepararte el doble, pues mis alumnos son un año inferior al mío, compañeros y amigos y por tanto entra a jugar el espacio del aula como un lugar de respeto. Uno se exige mucho y yo he aprendido después que soy alumno ayudante desde el punto de vista metodológico y pedagógico.

¿Cómo valoras tu experiencia como presidente de la FEU de la Facultad de Humanidades?

En la universidad ser presidente de la FEU de una facultad solo hay que serlo para saber lo que se siente. Hace falta una gran cuota de sacrificio pues choca con el estudio y toda tu vida de manera general. Tienes que dedicarle mucho tiempo al trabajo de la organización y más aún cuando ves que hay muchas cosas que no funcionan bien y no se hacen correctamente.

¿Cuál es el papel de la FEU y de los universitarios en el contexto de actualización del modelo económico y social cubano?

En la historia de Cuba, la FEU ha llevado la delantera en la mayoría de los procesos que mueven a los jóvenes. Por tanto, el papel en el contexto actual es y tiene que ser de vanguardia. Fue el Che mismo quien dijo que una juventud que no crea es una verdadera anomalía.

Cuba tiene dinámicas sociales y económicas muy complejas que necesitan de la mano protagónica de los jóvenes. No se concibe que los procesos sean creados sin una visión de futuro y ¿cómo es posible que no sean jóvenes los que gesten los procesos?, pues somos nosotros los que a mediano y largo plazo nos tocará asumirlos.

En todas partes, la casa, la escuela, el país, los jóvenes deben llevar la voz cantante, siempre acompañados por los de mayor experiencia a esos nunca los podremos dejar a un lado ni olvidarlos. Para esto, las personas deben entender el concepto que ofreció un gran cubano de cambiar todo lo que debe ser cambiado.

Hay que producir, crear, inventar, innovar, investigar. Tenemos que construir un país para nosotros mismos a partir del gran acervo de las generaciones anteriores. Ese es nuestro principal compromiso histórico: continuar la Revolución, salvar al socialismo.

Alejandro Imeno resultó electo delegado directo al 9no Congreso de la FEU (Foto Giovany Peñate Cruz).

Eres delegado directo al 9no Congreso de la FEU, ¿cómo representar el pensamiento de tantos jóvenes en esa cita para transformar y revolucionar la FEU?

Como delegado directo tengo la oportunidad de ir desde la brigada de donde emana la vida de la FEU hasta el Congreso Nacional. Esto me permite tener una visión amplia de todo sin que se pierda entre tanta formalidad y reuniones, sin perder la esencia.

La FEU desde el punto de vista de sus estructuras y funciones de manera general está bien pensada. La mayor cuota de análisis tiene que estar enfocada a la base, pues resulta el eslabón donde no funcionan los procesos de la FEU y donde surgen la mayor cantidad de inquietudes.

Existe un extrañamiento de los estudiantes con la organización y falta de identificación con los movimientos y procesos de la FEU. Hablo de estudiantes que no conocen del trabajo de la organización, o conocen y no se inmiscuyen o no les interesa. Esto pasa por las actitudes de los propios dirigentes de la FEU, por la falta de comunicación entre las estructuras y entre estas y la base, por la pérdida de la seriedad del trabajo y por síntomas de apatía e inercia que muchas veces no se combaten.

Leer más sobre los planteamientos del 9no Congreso FEU en UCLV

No eres militante de la UJC, ¿eres de esas personas que hoy se debaten en la dicotomía militancia vs revolucionario?

(Silencio)… Esa pregunta está dura…

Yo no soy militante por causas objetivas, porque simplemente por los comités de base que he pasado o no han considerado la posibilidad de realizar nuevos ingresos a la UJC o no los han hecho por cuestiones orgánicas de la Juventud. Pero esto no ha influido en mi manera de actuar ante las tareas que me ha impuesto la sociedad.

Ser militante implica un nivel de conciencia  y compromiso formal que uno contrae, pero es que tener una idea política o ser revolucionario con respecto a la sociedad en la que uno vive no pasa exclusivamente por ser militante.

Todos somos seres humanos, todos pensamos, todos tenemos ideas y no necesitamos ser militantes para tener un compromiso. Para mí no ha sido una limitante pues si tienes ganas de hacer, responsabilidad y sentido del deber, eso es lo que vale.

Quienes te conocemos sabemos que hay valores imprescindibles en ti: la amistad, la sinceridad y el respeto a lo diverso…

Los amigos para mí son ese flanco que te acompaña en la vida y que sin ellos es imposible enfrentarla porque la soledad desgasta y destruye. El amigo es aquella persona en la que uno puede volcar parte de sí, de verdad.

También me caracteriza mucho la sensibilidad por el otro y creo que desde la diversidad se construyen lazos más fuertes porque la variedad de pensamientos, de formas de hacer en función de objetivos comunes fortalecen los proyectos.

Me gusta tener amigos con diversidad de ideas religiosas, sexuales, políticas, sociales, claro, con respeto a los espacios de cada cual y el desarrollo personal, en eso me ayuda mucho la sinceridad relacionada con la visión de amistad de las que te hablé antes. No importa lo diverso si hay respeto y dignidad, siempre que la persona sea buena, pues hasta el fin del mundo.

Para ti no hay situaciones que te lleven al límite, ¿cómo hace Alejandro Imeno Guirola para que la dureza de estos tiempos no le haga perder la ternura de su corazón?

La única manera de hacerlo es convenciéndome que los tiempos no son tan duros. Siempre trato de apoyarme en lo bueno y de sacar los aspectos positivos de todo lo que me sucede. Eso parte también de una característica personal. Soy una persona tranquila, vaya hiperactivo, pero que no le gusta la exaltación de las personas porque en el calor de la pasión se toman decisiones erróneas.

No habrá una experiencia tan nefasta para derrumbarle el mundo a uno sobre sí mismo y por lo menos yo no quiero permitírmelo. Es como buscar luz donde hay oscuridad o aire donde no hay cómo respirar, y uno encuentra un pedacito al cual aferrarse. Al final siempre se sabrá la verdad, y si no se sabe, mira, no importa.

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