Al cumplirse el 17 de noviembre de 2005 el 60 aniversario del ingreso de Fidel Castro Ruz  a la Universidad de La Habana, en acto conmemorativo en el Aula Magna se dirige a los jóvenes. Aquel discurso se convirtió en reflexiones vitales a la hora de comprender el papel de las Universidades cubanas dentro de la Revolución, dentro del proyecto colectivo de justicia social más importante que vivía Cuba desde el 1ro de enero de 1959 y su determinación en el desarrollo científico y sostenible para Cuba y América Latina.

Fidel ha sido uno de los inspiradores más importantes en el desarrollo de las universidades a lo largo de toda la Isla. Desde 1962 aportaba las mejores ideas a la reforma universitaria que se venía sucediendo en aquellos tiempos. Tenía la experiencia de haber sido privilegiado al ingresar a la Universidad gracias a sus considerados recursos económicos. Creía que este privilegio no debía ser privativo de unos pocos, por ello su lucha por la igualdad y justicia social. Ahora, con el triunfo de la Revolución Cubana, esta libertad la tendrían todos aquellos con el sueño de ingresar a las aulas universitarias.

En tal conmemoración, expresa:

“Yo, hijo de terrateniente, pude terminar el sexto grado y después, con séptimo grado aprobado pude ingresar en un instituto preuniversitario. 

¿Quién que no hubiera podido estudiar bachillerato podía ir a la universidad?  Quien fuera hijo de un campesino, de un obrero, que viviera en un central azucarero o en cualquiera de los muchos municipios que no fueran como el de Santiago de Cuba, o el de Holguín, tal vez Manzanillo y dos o tres más, no podía ser bachiller, ¡ni siquiera bachiller!  Mucho menos graduado de la universidad, porque, entonces, después de ser bachiller, tenía que venir a La Habana. 

Yo pude venir a La Habana porque mi padre disponía de recursos, y así me hice bachiller, y así el azar me trajo a una universidad.  ¿Es que acaso soy mejor que cualquiera de aquellos cientos de muchachos, casi ninguno de los cuales llegó a sexto grado y ninguno de los cuales fue bachiller, ninguno de los cuales ingresó en una universidad?”

Impulsó desde sus primeros años en la dirección del país a la creación de grandes centros de investigaciones en varios organismos del Estado (MINSAP, MINAGRI), la formación de miles de científicos en Cuba y en el exterior, la construcción de una institucionalidad para la ciencia, la Academia de Ciencias, el CITMA, el Polo Científico de la Biotecnología, la Universidad de las Ciencias Informáticas, entre otras.

La ciencia y su desarrollo se sustenta de manera coherente y sustancial con el desarrollo educacional, el cual se sostiene en la primicia del acceso de la mayoría a la Educación Superior. Impulsaba a la motivación de mentes que se apasionaran por la ciencia, y es que Cuba mostraba hasta ese momento una experiencia dirigida en mayor grado a la producción de materias primas, buena música y divertimentos asociados con su clima y sus playas.

Los valores morales venían al unísono de las acciones que se gestaban para la ciencia. Los estudiantes que se forman en las universidades debían caracterizarse por su competitividad en el desempeño laboral científico técnico con sólidos principios éticos, políticos e ideológicos acorde a las exigencias de la profesión.

En el ejercicio de la comunicación con Fidel Castro primaban siempre las interrogantes a sus receptores. Era un excelente orador, provocaba atención desde observaciones profundas y llevaba a los que lo escuchaban a comprender objetivamente el asunto en análisis.  En tal sentido, aquel 17 de noviembre en el Aula Magna, enfatiza:

“Yo quería señalar la diferencia de ese año en que entré en la universidad, ¿qué era nuestro país?  Hay que preguntarse eso y meditar qué es hoy nuestro país, en todos los terrenos.  Y podríamos hacernos la misma pregunta con relación a ocho, diez, quince, veinte cosas.  No hay comparación posible”.

Hoy más que nunca los jóvenes cubanos y en especial los universitarios constituyen   la vanguardia y la continuidad del proyecto que defendió Fidel Castro por el desarrollo de Cuba desde el impuso de las Ciencias.

En los tiempos que corren más que nunca el país convoca a la comunidad universitaria a la innovación, a la formación de científicos y humanistas capaces de apropiarse del conocimiento existente para resolver los problemas cotidianos de la comunidad. La riqueza y funcionalidad de nuestras universidades va más allá del almacenamiento no solo de grandes capitales de conocimiento, sino capacidades de investigación: en la formación de infraestructura, en las condiciones institucionales y en la madurez de sus grupos de investigación.

Para seguir este legado se necesita un claustro y estudiantado comprometido con la realidad cubana y del Mundo, un compromiso basado en principios martianos y fidelistas donde la unidad y voluntad de todos es y será el punto determinante.

Para tal ejercicio de afianzamiento en posturas de interés colectivo, Fidel nos invita a reflexionar nuevamente, ya transcurrido casi 15 años que se pronunciara en 2005 frente a estudiantes y profesores universitarios:

“El hombre es un ser lleno de instintos, de egoísmos, nace egoísta, la naturaleza le impone eso; la naturaleza le impone los instintos, la educación impone las virtudes; la naturaleza le impone cosas a través de los instintos, el instinto de supervivencia es uno de ellos, que lo pueden conducir a la infamia, mientras por otro lado la conciencia lo puede conducir a los más grandes actos de heroísmo.  No importa cómo seamos cada uno de nosotros, cuán diferentes seamos cada uno de nosotros, pero entre todos nosotros hacemos uno”.