“Debo dejar la casa y el sillón

La madre vive hasta que muere el sol

Y hay que quemar el cielo si es preciso por vivir

Por cualquier hombre del mundo”.

La era está pariendo un corazón, Silvio Rodríguez

 

Un centro de aislamiento es como un semáforo sin luz amarilla: estás en zona verde o zona roja, sin margen para las equivocaciones.

Si alguien puede narrar pasajes de su cara a cara con la verdad allí dentro, en zona roja, es el Doctor Rodolfo Morales Mato, quien estrenó uno de los primeros centros de aislamiento para personas sospechosas de estar infectadas con la Covid-19 en la ciudad de Santa Clara.

A la altura de casi dos semanas de trabajo en el antiguo “Pedagógico” villaclareño, el joven egresado en 2015 como médico en la Universidad de Ciencias Médicas de Villa Clara, actual Residente de Quinto Año de Cirugía Cardiovascular y trabajador del prestigioso Cardiocentro “Ernesto Guevara”; recién termina su guardia de 24 horas y me salta en el chat de WhatsApp donde una foto sonriente junto a su esposa y su pequeño lo identifican.

“Llevamos ocho días sin ir a la casa, faltaría cumplir los siete restantes de trabajo y luego 14 de aislamiento. Trabajamos 24 horas por 48 horas de descanso. El día en que trabajamos nos levantamos bien temprano y aseguramos la dinámica de lo que puede suceder en la jornada, por ejemplo: presentarnos en el área roja solo lo necesario.

Una vez allí, la estancia se puede calificar de intensa, porque requiere que se cumplan todas las medidas de bioseguridad; hay que estar pendiente a todo para no infectarnos, para no infectar a los compañeros y luego a las familias. Siempre que recibimos un paciente lo hacemos con la mayor protección disponible: gorro, nasobucos (generalmente dos), talla, sobrebata, guantes, gafas. En estos días de temperatura alta puede ser agotador”.

¿Cómo es el contacto directo con los pacientes?

El contacto con ellos es solo el necesario, aunque personalmente me preocupo porque no se sientan discriminados ni nada por el estilo. Trato de transmitirles seguridad y confianza. Normalmente bromeamos diciendo que somos personal de la salud vestidos de cosmonautas y eso los relaja un poco. Al retirarnos de esta área se toman todas las medidas necesarias para regresar al área de descanso sin transportar el virus.

Los días de descanso los pasamos buscando información en la televisión o leyendo en Internet, sin sobresaturarnos, porque puede ser muy molesto en ocasiones; por eso también hay que ver algún filme, escuchar música y hablar de otros temas.

Especialmente el descanso ha sido grato por la atención brindada por los trabajadores de la UCLV y en especial de la Sede Varela que han derrochado modestia, sencillez, buen gusto y una particular cultura del detalle. A la Rectora, su equipo de dirección, a las organizaciones políticas y estudiantiles y a todos los trabajadores agradecemos asumiendo que los aplausos que acostumbramos a dar para quienes trabajan cada día, también son para ellos.

Te correspondió la experiencia de recibir y atender al primer paciente que llegó al centro…

Para relatar esa experiencia habrá que esperar un poco más, te puedo decir que hicimos lo que creímos correcto en las circunstancias en que se presentó; pero se asumió con valentía. Lo más importante era cuidarnos y al mismo tiempo dar la atención con el mayor respeto a la vida humana, a la integridad personal del paciente, a transmitir confianza y a disminuir el impacto negativo que entraña sentirse enfermo en medio de una pandemia.

No puedo terminar de responder esta pregunta sin antes agradecer y hablar de todos los que intervinieron en este caso, los que actuaron de manera racional y muy humana, especialmente a los enfermeros Ibel y Nelson, que actuaron con gran profesionalidad.

¿Qué te empuja a mantenerte firme en esa misión?

El empuje mayor lo da la vocación de ayudar y de servir, se asume con valor porque toca, porque hay algo, incluso, superior a la existencia, que es el acto de servir sin reclamar, sin titubear.

Puede haber por ahí quien se cuestione el porqué de nuestra estancia aquí; serenamente respondemos que estamos aquí porque nos llamaron, para atender seres humanos, para cuidarlos, ¿en qué otro lugar estaríamos mejor en este momento? Quienes no tengan valor para entrar y sí para criticarnos, al menos debieran respetar.

Estamos aportando algo minúsculo en lo que consiste una inmensa estrategia para salvaguardar al país, el mundo y su población. Me siento honrado de haber dejado la casa y el sillón para velar por la vida.

¿Cómo es el apoyo y la comunicación con la familia?

La comunicación es diaria por teléfono y también tenemos un grupo de WhatsApp que contribuye a que esto sea menos amargo. Hay comprensión y confianza; frecuentemente nos decimos cuídate, de uno y otro lado. Deseo decirles en estos tiempos en que se reduce nuestro contacto, que los amo profundamente y que estoy loco por correr a abrazarlos a todos, sin que se quede nadie, solo que tendremos que esperar, pero ese momento llegará.

¿Cuál es el momento más tenso que has vivido ahí dentro?

El momento más tenso es diario, cuando uno llega y ve a los pacientes y ellos te miran como un extraño, casi nunca te reconocen aunque te hayan visto antes. Es algo que solo se puede sentir cuando se vive. Como médico uno se acostumbra a conversar en confianza sin tanto traje; pero acá hay limitaciones por la bioseguridad, todos pueden estar infectados hasta que se demuestre lo contrario.

Si ya los conozco los llamo por el nombre, y les digo que soy un médico vestido de cosmonauta, les pregunto si saben de la familia u otra cosa que todavía vestido así les transmita una imagen más humana, lo que habitualmente los relaja y permite una mejor relación entre ambos.

¿Y el momento más gratificante?

El más gratificante lo dejo para cuando esto termine, lo más importante es saber que se trata de una pandemia, es la humanidad quien está enferma y el costo es inmenso. No se trata de salvar a una persona, se trata de salvar a un país, es salvar la humanidad y con ella todo su potencial. Lo más gratificante sería contener este mal y salvarnos todos, no hay futuro sin ahora.