La idea de belleza que nos venden los medios es un pináculo de perfección inasequible. Y es precisamente su exclusividad la que la hace rentable: unas características bien establecidas a las que solo puedes aspirar por casualidad genética, cuchillas, silicón de por medio o a sudor de gimnasio. Alcanzar el patrón requiere sacrificio, y en el camino cualquiera paga por un aventón; es aquí donde la industria cosmética llena sus bolsillos.
A las mujeres, a quienes la cultura patriarcal les ha asignado la tortuosa etiqueta de la belleza, se les hace, por herencia aprendida, casi imposible no caer en la trampa de la moda. La cultura machista occidental insiste en la elegancia y la delgadez; establece así cánones para llegar a la casi «perfección». Chicas altas, delgadas, con vientres planos, pechos y curvas, pero no en exceso; construcciones estereotipadas de un «deber ser» bien hermanado con la lucha para «encajar».
Los trastornos de la alimentación (TCA) son comúnmente llamados en la clínica, trastornos psicofisiológicos. Se caracterizan por síntomas auténticamente físicos, provocados o empeorados por factores emocionales. En esencia, se evidencia cómo la psiquis tiene un efecto perjudicial en el cuerpo. Aparecen en los clasificatorios con el rótulo de «factores psicológicos que afectan el estado físico» asociados a diversos trastornos, aunque se pueden encontrar incluidos en los relacionados con el control de impulsos.
Desde la visión de la profesora MSc. Ana Cristina Baute Abreu, Coordinadora del Centro de Bienestar Universitario (CBU) conocimos de primera mano detalles de estas enfermedades.
¿Cuáles son los desencadenantes del fenómeno?
Los trastornos de la conducta alimentaria constituyen alteraciones severas en la ingesta de los alimentos en personas que presentan patrones distorsionados en el acto de comer en respuesta a un impulso psíquico. Los TCA son más frecuentes en las mujeres y, generalmente, se inician durante la adolescencia o la juventud temprana, aunque existen reportes de casos donde aparecen en la infancia o en la vida adulta. Lamentablemente, pueden poner en riesgo la vida de quienes los padecen.
Las causas más comunes se vinculan con problemas en las relaciones de pareja. Se pueden asociar a la baja autoestima del individuo, en concordancia con los patrones de belleza que exige la sociedad y que se muestran en los medios de comunicación. Esto puede volverse una obsesión en las adolescentes, que por llegar a tener ese cuerpo «perfecto» desencadenan estos trastornos.
Frecuentemente se presentan en asociación con otros trastornos psiquiátricos como son: depresión, ansiedad, trastorno obsesivo-compulsivo y abuso de sustancias, lo que determina un marcado deterioro en el funcionamiento social.
Dentro de los factores de riesgo se describe la presencia de un miembro de la familia identificado como «enfermo» ejerce efectos sobre la salud psicológica y física de la familia completa. Las relaciones de los padres, específicamente las madres, con sus hijas, durante la infancia y la adolescencia son cruciales para el posterior desarrollo psicológico y social de éstas. Asimismo, se ha determinado que la mayor influencia sobre el cambio en las conductas de modificación del peso en las adolescentes, proviene principalmente de las madres y de las amigas.
¿Cómo identificar, desde las características de estos trastornos, que una persona los padece?
Las características esenciales de la anorexia nerviosa consisten en el rechazo a mantener un peso corporal mínimo normal, un miedo intenso a ganar peso y una alteración significativa de la percepción de la forma o tamaño del cuerpo. Además, las mujeres afectas de este trastorno, aunque hayan pasado la menarquía, sufren amenorrea. Los individuos empiezan por excluir de su dieta todos los alimentos con alto contenido calórico y acaban con una dieta muy restringida. También, utilizan otras formas para perder peso como las purgas, vómitos provocados, uso inadecuado de laxantes y diuréticos o el ejercicio excesivo.
Las características esenciales de la bulimia nerviosa consisten en atracones y en métodos compensatorios inapropiados para evitar la ganancia de peso. Además, la autoevaluación de los individuos con esta enfermedad se encuentra excesivamente influida por la silueta y el peso corporales. Para poder realizar el diagnóstico, los atracones y las conductas compensatorias inapropiadas deben producirse al menos un promedio de dos veces a la semana durante un período de tres meses.
Atracón es el consumo de una cantidad de comida muy superior a la que la mayoría de los individuos comerían en un período corto de tiempo. Los atracones no tienen por qué producirse en un solo lugar; por ejemplo, un individuo puede empezar en un restaurante y continuar después en su casa. A pesar de que el tipo de comida que se consume en los atracones puede ser variada, generalmente se trata de dulces y alimentos de alto contenido calórico (como helados o pasteles). Sin embargo, los atracones se caracterizan más por una cantidad anormal de comida ingerida que por un ansia de comer un alimento determinado, como los hidratos de carbono.
¿Cuales son las consecuencias de padecer un TCA?
Las consecuencias de estos trastornos pueden ser muy negativas para los individuos que la padecen. En el caso de la anorexia, algunas de las derivaciones médicas son: los problemas cardiovasculares y gastrointestinales; el deterioro del sistema inmune; las disfunciones cognitivas y cerebrales; la disminución del volumen cerebral; la debilidad y pérdida de la fuerza física. Entre las consecuencias psicológicas puede desencadenarse ansiedad y depresión. Pueden presentar conductas impulsivas tales como autoagresiones y el abuso de sustancias, al no lograr la imagen corporal que desean.
En cuanto a la bulimia nerviosa, sus principales consecuencias, además de las ya mencionadas en la anorexia, se encuentran los problemas en el sistema reproductivo, hinchazón de las glándulas parótidas y daño del esmalte dental. Estas consecuencias son principalmente derivadas de las conductas purgativas. En el caso de las consecuencias psicológicas pueden desencadenar trastornos del estado de ánimo, déficit atencional por estar centrados en el hecho de no ganar peso, baja autoestima, autoagresiones y hasta intentos suicidas.
Por otro lado, el trastorno de Megarexia, trastorno opuesto a la anorexia, suelen ser personas obesas que se miran al espejo y no lo perciben; por eso no hacen ninguna dieta y se atiborran de comida basura. Ellos se perciben sanos. Son en cierta forma, personas gordas que se ven delgadas a causa de la distorsión de la percepción que caracteriza a los trastornos alimentarios. Son obesos desnutridos por falta de nutrientes esenciales en su alimentación. Cuando esta desnutrición llega a afectar su cerebro el trastorno se convierte en una grave enfermedad.
Los estudios respecto al tema en Cuba son escasos y de limitada población, pero en el 2009 se develó que entre el 4 y el 20% de los adolescentes y jóvenes en edad escolar presentan problemas de este tipo.
Cuba no se encuentra ajena a estos trastornos. En las consultas de psicología se atienden principalmente adolescentes del sexo femenino con este tipo de trastornos. Estos adolescentes y jóvenes no tienen una imagen adecuada de su cuerpo. Muchas veces detrás de esos trastornos hay baja autoestima, conflictos en las relaciones de pareja, suelen ser víctimas de bulliyng. Los resultados finales en las terapias llegan a ser positivos porque el 50% de los pacientes se recuperan y aproximadamente un 30% puede mejorar.
¿Se pueden prevenir los trastornos psicológicos de la alimentación?
Sí, este tipo de trastornos se puede prevenir. Una enfermedad no se puede prevenir cuando sobreviene de manera que nadie podría haberlo evitado, ni la propia persona, ni quienes de alguna manera son responsables de su salud, como padres, educadores, el sistema sanitario, etc.
Este no es el caso de los trastornos de alimentación (T.A.). Se habla de prevención primaria de los T.A. cuando se refieren todos los esfuerzos dirigidos a evitar que la enfermedad llegue a producirse. Incluye los programas de educación sanitaria que ayudan a eviten actitudes de riesgo y fomenten comportamientos para mejorar la salud. En cambio, la prevención secundaria intenta, una vez establecida la enfermedad, que se manifieste para conseguir un diagnóstico precoz.
Por último, la prevención terciaria pretende evitar el deterioro de la evolución de la enfermedad en curso, mediante un seguimiento adecuado del proceso, anticipándose a las posibles complicaciones. Esta etapa depende de la competencia de los equipos multidisciplinares que traten al paciente.
El tratamiento para los desórdenes alimentarios es variado y depende en gran medida del grupo de especialistas que atienden el caso y de la gravedad física-emocional del paciente. ¿Cómo se deben tratar los trastornos de la conducta alimentaria?
Los grupos interdisciplinarios para el tratamiento de enfermedades crónicas surgen de la ausencia de tratamientos específicos que puedan ser aplicados por un solo médico tratante. En el caso de los trastornos de la conducta alimentaria, además de lo anterior, se agrega la gran dificultad de no existir tratamientos farmacológicos o nutricionales de eficacia demostrada. El tratamiento se basa en programas más o menos estructurados que incluyen:
1. La psicoterapia (ya sea cognitivo conductual, psicoanalítica, familiar) pretende cambiar las conductas alimentarias y los pensamientos irracionales. Explora qué función tiene el síntoma, para así favorecer la construcción de estrategias emocionales adecuadas. La psicoterapia familiar pretende modificar las relaciones entre los miembros.
2. Las estrategias de apoyo durante el proceso psicoterapéutico manifiestas en: vigilancia y tratamiento de las comorbilidades endocrinas, metabólicas, gastrointestinales; en segundo lugar la vigilancia y tratamiento de las comorbilidades psiquiátricas: depresión, trastornos obsesivos compulsivos, alteraciones del sueño y otros.
3. Un programa psicoeducativo permite una mejor comprensión del padecimiento tanto al paciente como a sus familiares. El tratamiento eficaz debe tener en cuenta la interdependencia entre la mente y los factores biológicos que sufra la persona. Estos programas dan una noción más clara de que el tratamiento no es una intervención puntual sino un proceso gradual de meses o años.
Los grupos interdisciplinarios encargados del estudio y tratamiento de los trastornos de la conducta alimentaria incluyen entre otros profesionales: psicólogos, psiquiatras, médicos internistas o endocrinólogos y nutriólogos. Existen claras diferencias en las propuestas de tratamiento y en las respuestas alcanzadas en cada uno de los trastornos de la conducta alimentaria.
¿Qué se puede hacer para ayudar a la prevención de trastornos de alimentación en adolescentes y jóvenes?
Es muy oportuno realizar acciones basadas en la psicoeducacion en las secundarias y preuniversiatrios. Estas se deben encaminar sobre todo a la prevención primaria. La actuación sobre la causa del problema facilita comportamientos de aprendizaje que ayudan a proteger la salud. Potenciar factores protectores y reducir factores de riesgo que puedan estar actuando negativamente en las poblaciones de adolescente y jóvenes mediante reuniones, encuentros. Se pueden realizar debates entre adolescentes, jóvenes y familias para visibilizar los factores de riesgo, las consecuencias biológicas y psicológicas. Armar de herramientas a los adolescentes y a su familia para que ellos mismos puedan detectar la presencia del trastorno y buscar ayuda psicológica.
¿Alguna recomendación para las familia cubana?
Mi recomendación es sobre todo a la familia, que esté muy alerta en las conductas respecto a la alimentación que puedan tener sus hijos. Ante cualquier signo de alerta buscar ayuda profesional de inmediato. Este tipo de trastorno más allá de las consecuencias psicológicas, tiene consecuencias biológicas que pueden ser muy graves para la salud del que la padece. Ojo a los padres, no está mal apoyar a sus hijos para que realicen dietas, pero para ellos deben consultar con un especialista.
Hoy se lucha por ampliar el espectro de la belleza: en Instagram todas las chicas son modelos y mientras pensamos ilusos que las redes han llegado para democratizar y romper estigmas, los grandes dictadores de la moda frotan sus manitas ante tanta demanda y oportunidades de marketing. Mi propuesta es simple: relaja el «deber ser», concéntrate en el «ser». Ya lo dijo Silvio: «No sabés cuanto de subversivo vive en una sonrisa que no quiere comprar…»