1. Porque, iniciada en 1925 y publicada en 1967 de manera póstuma, se trata de la obra maestra de Macedonio Fernández, escritor oculto y argentino, cuya vanguardista obra encarna la autonomía plena de la ficción. A decir de Juan Ramón Jiménez “El Paraíso es un lugar sin espacio ni tiempo, donde las cosas no están en ninguna parte… Y en esa ninguna parte (…) está Macedonio Fernández… Y su lengua es un esperanto de lugar definitivo donde cada uno hable su idioma, sin filólogos, y todos, sin filólogos, nos entenderemos.”

2. Porque es una novela atípica en sentido estricto -una de las más excéntricas de la literatura de la lengua española- erguida sobre una complejísima mezcla de novela, poesía, filosofía, tratado de la escritura, crítica… Obra, además, constituida a partir de prólogos (más de 50), de comienzos, de proyectos de libro, de obras haciéndose… Apartada de cualquier atisbo de tradicionalidad se vuelve novela inasible, libro de arena y lenguaje collage.

3. Porque es obra vanguardista y enigmática: dinamita la fórmula clásica de la ficción, y deja borrados los bordes limítrofes entre la vigilia y el ensueño.  Fundadora y desarrolladora de la antinovela (género no escrito de forma lineal y que puede ser leído a partir de cualquier punto), ha determinado notablemente el marco de la ficción narrativa porteña y el curso de la narrativa contemporánea. La influencia definitiva de Museo de la Novela de la Eterna puede verse fácilmente en las obras de Leopoldo Marechal, Julio Cortázar, Ricardo Piglia y, sobre todo, Jorge Luis Borges.

4. Porque es novela juguetona y desafiante -tanto para el lector salteado como para el lector lineal. Tendrás que batirte con los engaños del autor; con la espacialidad escindida; con las repetidas interrupciones, dislocaciones, saltos, cortes, diálogos (autor-lector, personaje-autor, personaje-personaje, lector-personaje). No quedarás libre de sentir el mareo del ser: seducido, fascinado, desasosegado con una narración ambigua y desconcertante que parece juego, serás situado tanto dentro como fuera, como al lado, antes y después de la novela. De seguro, si no llegas a darte de baja, espetarás agitado en algún momento “¡Qué cómodo hacer una novela en que el lector tenga que pensarlo todo! Aquí no hay nada sobrentendido…”

5. Porque desde el punto de vista literario quedarás hipnotizado con la ocurrencia del autor: su elegante sentido del humor, la construcción de un nuevo lenguaje, su ironía e inteligencia, su burla y afán de truncar el discurso. El complejo andamiaje de ficción que entraña el texto te introducirá personajes -etéreos- nombrados cual teoremas filosóficos (Eterna, Presidente, Quizagenio, Dulce-Persona, Deunamor, Simple…) y te hará transitar por una estética literaria que va desde lo ontológico hasta lo nihilista. Los proliferados saltos de los niveles diegéticos (de ficción a  realidad, de metaficción a metarrealidad) te mostrarán un genialísimo uso de la metalepsis, a veces inescrutable. La brusca fragmentación de la lectura, la escenificación metafórica, la lucha entre estética e ideología, las temporalidades múltiples –entre otros rasgos- inspirarán un riguroso y estimulante análisis filológico.

6. Porque aprenderás nociones imprescindibles: que lector, autor y personaje pueden conmutarse en un solo texto; que los personajes añoran La Vida tanto como el lector añora la no-vida de La Novela; que existen tres tipos de aplauso, la dimensión persona moral y las teorías del Automatismo Integral; que triunfante es la vanidad de dejarla besada por uno para siempre… que no existirá más que un no-ser (el del personaje) que el imaginador no conocerá nunca, y que nada comienza realmente porque el mundo fue inventado antiguo.

7.Porque provoca la conmoción total de la conciencia. Te enamora de la Eterna -la irreemplazable musa-, te hiere con Deunamor, te inflama con Presidente, te disloca con Quizagenio, te anestesia con Dulce-Persona.  Induce abruptamente la risa, el llanto, la tristeza, la confusión, el sueño; debilita tu identidad y te conduce a la belleza de la Nada y el Cosmos. De regreso, como víctima lectoral, desearás modificar los nombres de las calles y conservar en una jarrita -sobre la mesa de noche-Violetas, Violetas… y una Eterna.

8. Porque es acaso el primer libro abierto de la historia –no terminado concienzudamente-, prólogo y novela simultánea, espacio heterogéneo; que no es ni prenovela, ni paranovela, ni protonovela, ni prologoteca y quizás solo antenovela;  que finaliza con prólogo y se revindica, en su conjunto, como antesala de la novela futura.

9. Porque no existirá novela más generosa que esta donde te saludan hasta los personajes excluidos y se dejan entrar a otros de ficciones ajenas. Porque tampoco existirá más comprensivo autor que este que -consecuente con la tortura del lector después del FIN-, ido el libro, se queda junto a ti. Porque no conocerás otro libro que haya creído más en tu fantasía ni en tu capacidad y necesidad de completar y sustituir finales.

10. Porque es, en definitiva, lo que su título nos revela: la primera novela buena y última novela mala.

Por Verde Gil Jiménez, estudiante de Comunicación Social