Luis Ramón Campo Yumar, Secretario de la UJC de la UCLV, es miembro del primer grupo que labora voluntariamente en el centro de aislamiento abierto en la Sede Central de la institución. Sobre los retos de esta meritoria labor nos habla; comparte con nuestros lectores sus experiencias y las de los valientes que le acompañan.

Valientes en la Sede Central

«Somos ocho estudiantes y ocho profesores; estamos aquí desde del día 1ro de febrero el hasta el 15 de este mismo mes. Este es el primer grupo, en el primer centro de aislamiento ubicado en la Sede Central. Desde hace casi un año empezó este tipo de trabajo en grupos en el centro de aislamiento de la Sede Varela. Y siempre ha sido un reto.
«En la Sede Central el trabajo tiene otra dinámica porque los edificios constructivamente son diferentes. Además, por la etapa epidemiológica que vive la provincia y Cuba en medio de un rebrote. Este es un centro de aislamiento de contactos, al que vienen todas las personas que son contactos directos de un caso positivo. Por tanto, el riesgo de contagio es alto porque no sabes quién puede o no ser positivo a la COVID-19.

El trabajo diario

«La dinámica de trabajo diario de nuestro grupo comienza a partir de las seis de la mañana, cada uno tiene una tarea específica aunque todos colaboran en todas las tareas, si es preciso. Nosotros somos 16, algunos se dedican a la distribución de alimentos, estos suben tres veces al día a cada uno de los cuartos con el riesgo que implica; otros se dedican a limpiar y por tanto, también entran a los cuartos, aunque siempre cumpliendo con estrictas medidas de seguridad, un protocolo que exige que el paciente se mantenga en su cama y que no interactúe con los que trabajan. Los que asumen las tareas de limpieza entran unas horas al día, pero deben estar un tiempo más prolongado y constantemente tienen que limpiar los baños, pasillos, áreas comunes. También están los encargados de recoger los desechos sólidos, esto lo hacen una vez al día, pero, se encargan, además, de manipular la ropa que se quita el personal médico. No obstante, cada vez que se entra al edificio se respeta un protocolo de inspección de toda la ropa y de estricta higienización de la persona y los medios que emplea.

«Además de todas las labores anteriores, brindamos un servicio de mensajería, para ayudar a muchos pacientes que al ser trasladados hacia la institución olvidan un medicamento, avituallamiento o padecen determinadas patologías, por lo que tienen necesidades específicas, como la de ingerir agua tratada o alimentos particulares. Los familiares de los pacientes aislados traen estos artículos, y nosotros nos encargamos de higienizar los paquetes, y hacerlos llegar al paciente para que su estancia sea lo más cómoda posible.

Retos

«Entre profesores y estudiantes todos hemos tenido retos y se han superado numerosas dificultades. Es importante mencionar que todos muestran una preocupación constante por los otros y por los pacientes. Todos tratamos, en la medida de lo posible, de hacer su estancia más llevadera. Tenemos en cuenta que los pacientes están lejos de su casa, están incómodos, temerosos y estresados por la posibilidad de estar contagiados ellos o los que le rodean. Hemos tenido record de ingresos de hasta 96 pacientes en un día, cada cual procedente de eventos epidemiológicos diferentes y con necesidades diferentes. Pero, en las primeras 45 altas médicas que se dieron, todos, mujeres, hombres, niños mostraron el agradecimiento hacia el personal médico y hacia nuestro trabajo.

«Constantemente nos preguntan si nos pagan, porque no comprenden cómo estudiantes y profesores de la universidad pueden, desinteresadamente, poner en riesgo su vida para cuidar las de otros. Nosotros le decimos que los estudiantes no reciben nada y los profesores recibimos por lo que hacemos habitualmente, por eso, cuando terminamos de limpiar el cuarto y de llevarles la comida, tenemos que retomar el trabajo del departamento docente, tenemos que continuar el artículo científico que dejamos detenido en un momento, continuamos asesorando tesis y continuamos nuestra preparación académica, que es realmente la base de nuestra remuneración salarial.

Memorias que quedarán

«Particularmente, me han sucedido aquí cosas curiosas; por ejemplo, por mis manos han pasado muchos paquetes con avituallamiento, agua tratada, muchas cosas que hacen la vida un poco más fácil a los pacientes; pero me impresionó que recientemente vi pasar un libro. Me dio una sensación agradable, saber que alguien pudiera aprovechar este tiempo con un libro, un tiempo en que casi nadie lee, en que casi todos tienen celulares y lo que la mayoría hace es jugar con sus celulares, pues, ver pasar un libro destinado a un paciente fue algo muy interesante.

«Otro ejemplo curioso han sido los niños. Aquí tenemos en estos momentos niños más comunicativos y otros menos, y sabemos que para ellos ha sido muy difícil. Ahora mismo tenemos en el cuarto piso niños que nos llaman cuando nos ven pasar por las áreas del primer piso. Los niños me llaman todos los días y me preguntan cómo estoy; yo les pregunto cómo están ellos, qué comieron, que les gustó y que no les gustó. Hasta ahora lo que más les gusta, sin duda, es la salchicha y el yogurt. Cada día me dicen que mañana se van a ir a su casa y me llaman “amigo”. A todos cuando pasamos nos dicen “amigos”. Realmente, hay que vivirlo para entender la alegría que se siente».