Pues hemos nacido para colaborar, al igual que los pies,

las manos, los párpados, las hileras de dientes superiores e inferiores.

Marco Aurelio

«A mí ni me preguntes el nombre, todo el mundo me conoce como La China», me dice con una alegría contagiosa. Yo, aunque sé que eso es lo menos importante de la entrevista, insisto; «bueno, me llamo Disney María Villareal Aquino».

En un camión, y desde Placetas, llegó a la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas para entregar un donativo de frutales en apoyo a las labores que realiza la institución contra la COVID-19.

Pocas veces se tiene el privilegio de conocer a personas como ella; compromiso, entrega y amor, serían las palabras que más se acercan a describirla. Porque, para una personalidad como la suya, los adjetivos en grado superlativo se quedan cortos.

La familia

«Soy hija de personas revolucionarias, mi abuelo fue combatiente. Todavía en mi casa se conserva un camión particular donde él transportaba a los rebeldes y luego usó en la lucha contra bandidos. Ese viejito que hoy no está conmigo tenía mis mismos ideales, a los que soy fiel y voy a seguir trasmitiendo a mi familia.

«La revolución viene desde mi niñez, en toda mi crianza, en mi adolescencia y ahora está presente en la familia que yo he formado. Yo siento orgullo de decir que mi familia es revolucionaria, y con unos ideales y unas ganas enormes de luchar por este país.

«Para mí, la familia es un paso importante en la formación de las nuevas generaciones; mi hijo ve las mismas cosas que vemos todos en Internet, pero cuando acaba le pongo la mano en el hombro y le digo: mijo, tú estas estudiando una carrera universitaria cero costo, por eso tu concepto es revolución porque tu madre es revolucionaria y porque tú eres un joven revolucionario».

La China junto a su hijo y Ana Delia Barroso, Presidenta del Consejo Popular Falcón-Miller

Madre, guajira y revolucionaria

Con mucho orgullo me dice «yo soy guajira y campesina». Una guajira que se graduó de Ingeniería Civil en la Sede Universitaria de la UCLV en Caibarién, con un hijo que sigue sus pasos, y estudia Licenciatura en Química.

«Hoy, que tanto nos cuestionan y nos critican, por qué no miran que antes de triunfar la revolución las mujeres daban a luz en sus casas, que no había un hospital, que el guajiro tenía que reunir el dinero para pagar una comadrona que hiciera el parto, que muchos niños morían porque no había atención médica.

«Hoy lo que tenemos es COVID-19 y no es culpa del gobierno ni de nadie porque es a nivel mundial, y aun así todos nos cuestionan.

«Las mujeres de este país somos libres, libres de hacer, de aportar. Nadie nos dice no puedes, porque desde el año 1959 las campesinas dejaron de cocinar con leña para salir a las calles a ser profesionales e integrarse a la sociedad.

«Mírame a mí, soy multifacética: tengo una finca que se encuentra en la Vallita Falcón llamada “La piedra”, soy Ingeniera Civil, llevo sistemas constructivos, trabajo en obras para el turismo y en obras militares en La Habana, y soy madre, esposa y ama de casa.

«Aunque te digo, si yo no tuviera el apoyo de la familia no pudiera lograrlo. Hay personas que de corazón no tengo como agradecerle: mi suegra que siempre ha cuidado a mi hijo más pequeño, y mi esposo y mi suegro que día a día están en ese carro y recogiendo las frutas que se están donando».

Recibimiento del donativo de frutales en la UCLV

Donaciones

Varios son los centros de atención médica que se han beneficiado de las donaciones de la finca de La China: el Hospital “Faustino Pérez” en Matanzas, los centros de aislamiento de Placetas, el Hospital Docente Clínico Quirúrgico “Dr. Salvador Allende”, el Hospital Clínico Quirúrgico “Hermanos Ameijeiras” —ambos de La Habana—, la UCLV, entre muchos otros.

«Nuestros dirigentes trabajan día y noche para que no perdamos la tranquilidad que sentimos en este país, y vivimos tiempos donde cada persona desde su trinchera y sus capacidades puede aportar.

«Yo aporto en lo que puedo, y voy a seguir apoyando al país hasta que sea necesario y dispuesta a cumplir lo que me oriente mi presidente.

«A veces me es difícil porque hace meses que no puedo compartir todo lo que quisiera con mis hijos; yo estoy expuesta a zona roja y es mi deber cuidarlos. Pero me siento muy satisfecha porque sé que lo que estoy haciendo es de beneficio para muchas madres que tienen a sus hijos internados en esos hospitales.

«Estoy convencida que todo lo que estoy haciendo es porque soy nacida en esta revolución, por eso, con la voz bien en alto, digo “Patria o Muerte” y “Viva la Revolución”».

Durante la entrevista la vi emocionarse varias veces, pero en este punto sus ojos llenos de lágrimas me hablaron del orgullo y la satisfacción de sentirse útil. La China es así, una mujer que siente su país y se quita para darle, una mujer que le pone el corazón a Cuba.

«Aunque no lo creas muchas personas cuando ven esta guajirita pequeñita pero con un gran corazón lloran, usted sabe, es que son 300 kilómetros de carretera desde las 4 de la mañana que sale ese camión; pero llego, y voy y lo hago, y no voy a descansar y lo voy  a seguir haciendo las veces que mi país y mi presidente lo necesiten».

 

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