Cada 21 de febrero se celebra el Día Internacional de la Lengua Materna con un objetivo muy claro: preservar los idiomas y dialectos que se hablan en todo el mundo. Al tiempo que se intenta proteger los más amenazados y, con ellos, su patrimonio cultural, lingüístico y social.

Al hablar de lengua materna, nos referimos al primer idioma que una persona aprende. Aquella lengua que se adquiere de manera natural por medio de la interacción con el entorno inmediato, sin intervenciones pedagógicas y sin una reflexión lingüística desarrollada de forma consciente.

Estudios recientes demuestran que la diversidad lingüística se encuentra cada vez más amenazada. A tal punto que, como promedio, cada dos semanas una lengua desaparece. Y con ella, todo un patrimonio cultural e intelectual.

El dominio de la primera lengua ayuda a adquirir habilidades básicas de lectura, escritura y aritmética. Además, las lenguas locales, especialmente las indígenas, transmiten cultura, valores y conocimientos tradicionales.

Precisamente este año, el Día Internacional de la Lengua Materna está dedicado a la importancia de una educación multilingüe. Con el tema: «El uso de la tecnología para el aprendizaje multilingüe: desafíos y oportunidades».

A propósito, Audrey Azoulay, Directora General de la UNESCO, asegura:

La tecnología puede proporcionar nuevas herramientas para preservarla, por ejemplo, al permitirnos grabar y conservar lenguas que a veces solo existen en forma oral, facilitando así su difusión y análisis. En resumen, hacen de las lenguas locales un patrimonio común. Ahora bien, ante el riesgo de uniformización lingüística que entraña Internet, también debemos ser conscientes de que el progreso tecnológico solo estará al servicio del plurilingüismo mientras hagamos un esfuerzo para que ello sea así.