En circunstancias no pandémicas estaríamos celebrando este 23 de abril, día del idioma, con charlas, lecturas de textos, evocaciones a las figuras cimeras de las letras españolas e inglesas y otras actividades en defensa del idioma. No obstante, cuando la realidad nos obliga a quedarnos en casa, a no perdernos la conferencia de las once, a lavarnos las manos frecuentemente, tomémonos un aire y pensemos en cómo usamos el idioma en tiempos de pandemia.

Empecemos por el final, existe una diferencia tradicional entre epidemia y pandemia. Tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS) como el Diccionario de la Lengua Española (DLE) reconocen que la epidemia es una enfermedad que se propaga por un país durante un período, mientras que pandemia es cuando se extiende a varios países o afecta a todos los ciudadanos de una localidad. Por tanto la COVID- 19 (o covid-19, nunca Covid-19 por tratarse del nombre común de enfermedad) es una pandemia no una epidemia como se escucha en la calle.

Se usa indistintamente los términos la COVID y el COVID, no obstante es recomendable según varias fuentes lingüísticas y médicas usar el artículo femenino para COVID por referirse a la enfermedad provocada por el nuevo coronavirus o Sars-CoV-2, que es el virus y va en masculino.

Muchos de mis vecinos invitan, a través de carteles, a que las personas se queden en casa. Para ellos es más fácil aislarse un año completo que colocarle la tilde que lleva por ser quédate palabra esdrújula.

Cada día miles de estudiantes y trabajadores del sector de la salud van a realizar las pesquisas en busca de síntomas asociados a esta enfermedad. La palabra pesquisa, según el DLE es la información o indagación que se hace de algo para averiguar la realidad de ello o sus circunstancias. Proviene de pesquerir un verbo en desuso (con lo de moda que se ha puesto el término) y que tiene su origen en perquirere del latín y con significado de investigar, buscar algo con cuidado y diligencia. ¡Eureka!

Por cierto, las fuentes académicas no registran los términos pesquisaje y pesquisador. Ambas palabras se construyeron siguiendo paradigmas lingüísticos establecidos: acción y efecto de una acción (ensamblar da ensamblaje y pesquisar, pesquisaje) y persona que realiza una determinada labor u oficio (quien ensambla es ensamblador como quien pesquisa, pesquisador). Es válido destacar sí incluyen la variante pesquisidor, con i no con a, con el significado de persona que pesquisa.

Pesquisaje se escribe con jota como casi todas las palabras terminadas en aje (modelaje, ensamblaje, viaje, y una larga lista) y como es cosas seria esta tarea uno se puede andar con ambages (rodeos, sutilezas, ambigüedades) que además es uno de las pocas excepciones de la regla.

Si queremos hablar con precisión al referirnos a una potencial vacuna es mejor decir vacuna contra la (enfermedad) COVID-19, ya que vacuna contra el coronavirus es más imprecisa pues existen otros coronavirus diferentes al SARS-CoV-2. Es importante destacar que la Ortografía de la Lengua Española plantea que los prefijos se escriben unidos a la palabra que afectan: en consecuencia se escribe antivirus y anticoronavirus. Sin embargo, se utiliza el guion cuando va seguido de una sigla: anti-COVID-19.

El intelectual Pedro de Jesús López Acosta, miembro correspondiente de la Academia Cubana de la Lengua, indaga sobre el origen de las diferentes denominaciones (escambray.cu/2020/la-hora-del-nasobuco) que recibe la prenda protectora de uso obligatorio en tiempos de coronavirus. A juzgar por el artículo, el término nasobuco es el resultado de muchos procesos lingüísticos y ha superado en uso a tapaboca. Además, alerta el narrador y ensayista espirituano, que la forma correcta es nasobuco o naso, no nasabuco, cada vez más frecuente en entrevistas.

Por último, aunque cuarentena tiene entre sus varios significados el de tiempo compuesto por cuarenta días, meses o años; también se entiende como el aislamiento preventivo a que se somete, durante un período y por razones sanitarias, personas o animales. No necesariamente la cuarentena dura cuarenta días ¡por suerte!  Así que, si no quiere entrar en cuarentena más rigurosa, protéjase con el nasobuco, la mascarilla o el tapaboca. Llámelo como quiera pero úselo.

Por: Luis Ramón Campo Yumar