Con los brillos hipnóticos del circo y la idea de que el show siempre debe continuar, la UCLV deviene escenario para el despliegue de la imaginación, los sueños y el talento. Giros, movimientos, sorpresas… todo cabe dentro del circo, incluso el vértigo de lo ignoto. Cualquier situación es posible dentro de los vapores nocturnos de una carpa; cualquier momento, por dramático que sea, queda reducido ante la idea de que “el arte más noble es hacer a otros felices”.

El circo fue siempre el hogar de los marginados, de los rechazados, de los que nunca lograron encajar en la sociedad. Dolorosamente fue el refugio de los que debían hacer reír aún teniendo el alma hecha jirones.

En el país este espacio posee una larga tradición, desde las presentaciones vernáculas en las zonas rurales hasta los espectáculos del Circo Nacional de Cuba. Precisamente hace unos meses dicha agrupación llegó al medio siglo de creada. Al surgimiento de esta, al gran artista circense Phineas Taylor Barnum y a la visión humanista de esta práctica está dedicado el Festival de Artistas Aficionados de la Facultad de Ingeniería Mecánica e Industrial.

Por: Neilán Vera Rodríguez y Javiel Fernández Pérez

Fotos: Malú Vilasa