Desde marzo de 2020 el campus de la Universidad Central ¨Marta Abreu¨ de Las Villas vive en una ¨tranquilidad¨ inusual. Me atrevo a expresar que esa quietud no es tan así, pues a pesar de la ausencia del bullicio y el ajetreo estudiantil, mucho se ha trabajado hasta hoy para aportar a la lucha de Cuba contra una pandemia.

Ello lo sabemos quiénes no nos hemos separado de esta gran casa, lo saben aquellos que han juntado sus voluntades para crear y construir. Pueden dar fe esos que han estado en zonas rojas o que han puesto todo su empeño en asegurar condiciones materiales para hospitales de campaña y centros de aislamiento.

Duros han sido los números en las últimas jornadas, que muestran la complejidad de la situación epidemiológica, pero aún en estas circunstancias, en la UCLV no se detiene el espíritu de trabajo para frenar la COVID-19.

Es fin de semana y a mi WhatsApp llegan imágenes, mensajes de las labores de limpieza y acondicionamiento para crear nuevas capacidades en las zonas rojas de la Universidad. Reviso Facebook, Twitter y observo más publicaciones sobre estos días sin descanso que se viven en la casa de altos estudios.

Veo caras conocidas, quizás alguno de mis profes, compañeros de trabajo, amigos. Muchos de ellos son esos mismos que imparten clases, que trabajan en un laboratorio, que crean sistemas, que investigan o que lideran la universidad. Se trabaja contrarreloj, se pinta, se trasladan medios, se colocan luces, turbinas, grupos eléctricos.

Casi a la medianoche recibo un último mensaje, líneas que resumen el esfuerzo de hombres y mujeres de la UCLV en esta jornada: «Un día muy tenso, discutimos, no nos entendimos en momentos, hasta algunos lloraron. Pero sobre las 8:00 pm llegaron los primeros 40 pacientes al edificio 3 de la Sede Varela. Entonces nos congratulamos más de 50 trabajadores y estudiantes de la gran Universidad Central de Las Villas pues le adicionamos al hospital de sospechosos 100 camas más para continuar con esta heroica labor de CUBA de salvar vidas al costo que sea necesario».

Entonces, cuando escuchas estos mensajes, cuando ves a tantas personas buenas rodilla en tierra contra una pandemia, sientes la satisfacción de pertenecer a ese lugar que los une. Orgullo por formar parte de una comunidad universitaria que lleva en sus cuatro letras el espíritu martiano-fidelista de que toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz.