Según la ONU, «la pandemia de COVID-19 afecta drásticamente la vida de las víctimas y supervivientes de la violencia sexual relacionada con los conflictos (…), un crimen de esta índole se denuncia poco y, lamentablemente, el virus exacerba las barreras estructurales, institucionales y socioculturales existentes para denunciar tales delitos».

La ya habitual falta de documentación sobre este tipo de violencia sexual, debido al estigma, la inseguridad, el miedo a las represalias y la falta de servicios, se ha visto agravada por las medidas de contención de la enfermedad. Los bloqueos, toques de queda, cuarentenas, temores de contraer o transmitir el virus, restricciones de movilidad y acceso limitado a servicios y espacios seguros.

La “violencia sexual relacionada con los conflictos” abarca la esclavitud sexual, la prostitución forzada, los embarazos forzados, y cualquier otro acto de grave violencia sexual contra mujeres, hombres o niños que tienen una vinculación directa o indirecta (temporal, geográfica o causal) con un conflicto.

Un hecho lamentable como este acontece mundialmente, y por ende, necesita más que nunca (dada la situación epidemiológica) de una reflexión estratégica global sobre las distintas formas de integrar los derechos, necesidades y perspectivas específicas de aquellos que en enfrentamientos armados fueron violentados injustamente.

Con este objetivo la Asamblea General de la ONU proclamó en el año 2015, el 19 de junio como Día Internacional para la Eliminación de la Violencia Sexual en los Conflictos. Así honrar a miles de víctimas de la violencia sexual, incluidas mujeres, niñas, hombres y niños, quienes a pesar de haber sufrido graves daños han mostrado una gran determinación, resolución y valentía para denunciar estos actos delictivos.

Con motivo de la sexta conmemoración de este día, hoy llamamos la atención sobre el tema y mostramos nuestro apoyo sensibilizador. Aboga tú también porque se avance con determinación hacia la igualdad de género y se logre la prevención que requiere este desafío; porque silencien las armas y se amplifiquen las voces de todos los supervivientes.

Por Carmen Lourdes Salado González, estudiante de Letras