Con apenas tres años de edad, el niño de cabello castaño y grandes ojos verdeazules —nacido en Alquízar, La Habana, el 20 de diciembre de 1899—, tuvo un encuentro fortuito con el Generalísimo, Máximo Gómez, que le marcaría para toda la vida. Impresionado por los ojos del infante, le profetizó Gómez:«Tu vida tendrá luz plena de mediodía». Y fue así, pues tuvo Rubén Martínez Villena una vida llena, pero opacada muy pronto por la tuberculosis, esa terrible enfermedad que lo llevaría a la tumba con apenas 34 años de edad, el 16 de enero de 1934.

La primera gran acción política de Villena fue la Protesta de los Trece, el 18 de marzo de 1923, hecho que, al decir de algunos historiadores, marcó «el despertar de la conciencia nacional» y enfrentó a la joven intelectualidad cubana contra la corrupción política del gobierno del entonces presidente de la República, Alfredo Zayas.

Consciente de la necesidad de establecer vínculos entre el movimiento obrero y el estudiantado —grupos más radicales de la sociedad cubana— Villena participa en el Primer Congreso Nacional de Estudiantes, invitado por Julio Antonio Mella, y, posteriormente, en la fundación de la Universidad Popular José Martí, creada para la superación de la clase obrera en su lucha por las reivindicaciones sociales. Allí impartió clases y se desempeñó como secretario de la institución.

Casa natal de Rubén Martínez Villena. Foto: Radio Rebelde.

Y por Julio Antonio, ese gran atleta olímpico del movimiento comunista cubano y latinoamericano, también libró Rubén su más sonada batalla como abogado, cuando al enfrentar al Presidente Machado para interceder por la vida de Mella, en huelga de hambre, acuñó la frase de «Asno con Garras».

Estuvo vinculado al Movimiento de Veteranos y Patriotas contra el gobierno de Alfredo Zayas, así como a otros movimientos sociales e intelectuales de la época. Combatió vehementemente al general Gerardo Machado desde su ascenso al poder en 1925, hasta dirigir la huelga general que lo derribó en agosto de 1933, pese a su ya agravada enfermedad.

En junio de 1927 ingresa en la Quinta de Dependientes con el mal que lo llevaría a la muerte: tuberculosis pulmonar. En ese mismo año, en septiembre, ingresó al Partido Comunista, donde lo nombraron Asesor Legal de la Confederación Nacional de Obreros de Cuba (CNOC), organización unitaria del proletariado cubano. Se convirtió en el máximo orientador de esta última y su líder natural, aunque nunca asumió la Secretaría General.

En 1928, Villena es electo miembro del Comité Central del Partido Comunista, sin embargo, nunca ostentó cargo oficial alguno debido a los prejuicios del movimiento comunista de la época, y los suyos propios, de que un intelectual no debiera asumir en esa organización la máxima responsabilidad. Tras la muerte de Julio Antonio Mella en 1929, por acuerdo del Comité Central, se convirtió en el principal y más activo dirigente del Partido y desarrolla una ardua labor a pesar de estar afectado de forma aguda por la tuberculosis. Desde esa responsabilidad, le correspondió organizar y dirigir la primera huelga política de la historia de Cuba, que estremeció los cimientos del régimen tiránico, pues paralizó el país por más de 24 horas el 20 de marzo de 1930.

Posteriormente, viajó a la Unión Soviética como forma de escapar del terror que sobre él se desataba, y con el objetivo de intentar curarse de la tuberculosis.

Al agravarse su enfermedad en un sanatorio del Cáucaso, Villena recibió la noticia de lo irreversible de la misma y decide regresar a Cuba para conocer a su hija, acompañar a su esposa y entregar sus últimos alientos vitales al esfuerzo popular para derrocar a Machado. Su vida termina entre la conmoción de la caída, el 15 de enero de 1934, del Gobierno de los Cien Días y la organización del Cuarto Congreso de Unidad Sindical.

Pese a su prematura muerte el 16 de enero de 1934, a los 35 años, su nombre está grabado con letras de oro en la historia de Cuba y de la FEU, como revolucionario e intelectual.

Por Denise Hernández Delgado y Francely Lamadrid Delgado, colaboradoras de Criollito