1- Fausto es la obra preferida de su creador, Johann Wolfgang von Goethe, quien pasó 41 años de su vida escribiendo sus dos partes, puliendo cada detalle. A pesar de ello, la obra no alcanzó en su momento el éxito de recepción de Wherter, obra con la que alcanzó su fama mundial. Sin embargo, el paso del tiempo dio la razón al autor, pues Fausto es considerado por los críticos del siglo XX y XXI la mejor obra de su vasta creación.
2- Es Fausto una de las obras teatrales más versionadas de toda la historia, no solo en el teatro, sino en la literatura y el cine, junto a Romeo y Julieta, Hamlet, Don Juan Tenorio, Bodas de sangre y La vida es sueño. Prácticamente no hay un idioma en el que no haya sido versionada. En el último quinquenio hay en el mundo al menos un nuevo Fausto por año.
3- Cada época y región que versiona la obra le confiriere rasgos y profesiones distintas a sus Faustos. Aunque Goethe conformó a su personaje como un intelectual, los hay artistas, políticos, filósofos, burócratas. De igual forma, aunque en la obra del alemán parece ser de altos ingresos, hay Faustos ricos, aristócratas, burgueses, obreros y pobres. También cada versión toma partido moralmente, la personalidad fáustica que moldea Goethe es ambigua y controvertida, pero no llega a ser un antihéroe. Sin embargo, la secular imaginación de los seguidores ha configurado Faustos crueles, malévolos, violentos, misóginos, decadentes o redimidos y sufrientes, pasivos o emprendedores, exitosos o fracasados.
4- Los hay rusos, guyaneses, gauchos, y también cubanos. Al menos dos Faustos criollos vieron la luz en la escena cubana decimonónica, incluida una versión del teatro bufo. A lo largo del siglo XX y XXI son incontables. Una de las versiones modernas más conocidas de producción nacional son el Fausto de Reinaldo Montero y el Fausto comes alive! de Rafael González.
5- Como toda obra impactante y polémica, en su trasiego por la experiencia de millares de lectores, ha sido leída indistintamente desde perspectivas contrapuestas. Interpretaciones humanistas la sitúan como una metáfora de la búsqueda de la libertad y las posibilidades de realización del hombre. Otros han visto en ella la justificación maquiavélica de la ambición deshumanizante y las consecuencias del empoderamiento. Se elucubra que el concepto de superhombre que introduce Goethe en el Fausto es el precedente del superhombre de Nietzsche para su controvertida obra Zaratustra, el cual, a su vez, sirvió de base conceptual a la doctrina hitleriana.
6- Existen múltiples versiones acerca de los orígenes del mito fáustico en el que se inspira Goethe. La mayoría de los estudios ubican su génesis hacia 1587, basado en la supuesta existencia de Georgius Sabellicus Faustus Junior, indeseable en los centros educacionales de Heidelberg y Nuremberg por su fama de hechicero y nigromante, alquimista y astrólogo, quiromántico, aeromántico y segundo de la hidromancia. La estudiosa Camila Henríquez Ureña, en su prólogo a la edición cubana de la obra de 1977, señala: «La leyenda se fue creando alrededor de él durante su vida, a tal punto, que hoy es muy difícil separar los rasgos imaginarios de los que pertenecen a la persona real».
7- Uno de los desafíos que la obra impone a sus lectores, críticos y seguidores, es su irregular estructura y composición dramatúrgica, que no solo rompió los cánones teatrales existentes hasta su momento, sino que le confirió un carácter irrepresentable, que contravenía las posibilidades objetivas de representación escénica de los teatros europeos de su siglo. Tanto por el vasto y diverso número de personajes, donde animales, objetos y cualidades hablan y se mueven; como por los inverosímiles desplazamientos espaciales y juegos temporales, en las que vemos brujas que vuelan, seres que se metamorfosean y alfombras voladoras que pueden ir de la Alemania del siglo XVIII a la Grecia clásica.
8- Aun escrita en forma dialógica, sus inmensas proporciones y el no haber tenido en cuenta las exigencias escénicas, dan a entender que la obra no estaba destinaba al teatro, sino a la lectura, argumento que además el autor confesara en vida. Esta característica parece un contrasentido, en tanto Goethe no solo conoció las interioridades del arte escénico como director del Teatro de Weimar, sino que alguna vez afirmó que las obras que se escribían y no se representaban le eran indiferentes. Curiosamente, la obra hecha para leer es de las más representadas en escena en la historia del teatro.
9- En Fausto no faltará la intensa historia de amor, acorde al imaginario romántico de la época en la que fue escrita. Aun más, la obra transgrede la moral preestablecida de su tiempo, por cuanto la pasión llega a consumarse. La trágica relación entre Fausto y Margarita ha inspirado a innúmeros poetas, narradores, dramaturgos y guionistas y ha dado pie a bellísimas composiciones.
10- Es un libro que no dará margen al aburrimiento, pues nos presenta un universo dramático donde hay desde brujos, hechiceros y veletas parlantes hasta el hombre que vende su alma al diablo mediante un pacto de sangre. Todo ello junto a un magistral manejo de la intriga, que nos mantiene en vilo sobre los destinos del hereje y su amada.
Si usted, lector, no ha sido convencido de leer Fausto en las diez razones anteriores, léalo solo por ser considerado uno de los clásicos de la literatura universal de todos los tiempos. Sentirá un gran placer al enfrentarse a este texto y su espíritu será cultivado como con ninguna otra obra teatral. Y sobre todo, tendrá de qué hablar cuando salga a la luz el Fausto del año.

Por: José A. Valdés Morales