Le llamaré mala intención por no ponerle otro nombre más duro, más agresivo. Le llamaré así a la actitud de los que dicen que Soberana no es nuestra, que no existe.

En estos días he recibido mensajes diciéndome que por comunista, ciberclaria y otros adjetivos menos publicables me cogerían de conejillo de indias para probar la vacuna Rusa contra la Covid, que no hay tal vacuna cubana, que le han pagado a Cuba una barbaridad de millones para que la pruebe con nosotros, etc.etc.

Yo no perdí ni un segundo en contestar, sin embargo vi en las redes hace poco a una de las mujeres científicas que han estado al frente de este logro, Dagmar García , explicándole a alguien las diferencias entre una y otra vacuna con una humildad enorme, entonces recordé a su padre.

José Luis García Cuevas fue mi profesor hace casi 40 años, excelente, capaz, de los mejores que tuve. Cursaba yo el 4to año de la carrera, él era vicerrector de la UCLV y por tener tantas responsabilidades siempre le dejaban el último turno de la tarde en la programación (de 5 a 7).

Yo estaba ya embarazada de mi hija mayor.

Al terminar la clase siempre decía la misma frase…La barrigona y dos más para Santa Clara… El vicerrector de Investigaciones de la Universidad le ofrecía botella en su carro a tres alumnos y la barrigona (yo), tenia prioridad.

Cuando terminó el curso, por la fecha de parto que tenía no me daba tiempo a hacer el examen con el resto de mis compañeros, le pedí que me lo adelantara. Ni corto ni perezoso, me dijo…Claro que sí lo hacemos cuando quieras…, dos días después me sentó en su buró y me puso un examen solo para mí.

¿Será que la humildad se hereda? A mí me parece que no, la humildad se enseña, se ejercita en casa y nuestros hijos la aprenden.

El profe José Luis, del que habla María del Carmen, es actualmente Asesor del Ministro de Educación Superior

Yo agradezco a Dios por haber tenido frente a mí un profesor como José Luis. De la electrónica que me impartió ya no sé nada porque no ha estado en mi práctica diaria, pero las lecciones de vida que me dio no las olvidaré nunca.

Yo le agradezco a Dios que su hija Dagmar sea tan inteligente como él y que siga su mismo camino.

Confío en Dagmar y en todos los que estuvieron involucrados en la obtención de Soberana.

Sus virtudes son innegables y no las ensucia la mala intención de los calumniadores.

Autora: María del Carmen Hernández, profesora de la Facultad de Ingeniería Eléctrica UCLV