La identidad de género es la manera subjetiva en la que cada persona se autopercibe según su identidad social, basada en las expectativas culturales para cada sexo. Un individuo puede identificarse como mujer, hombre u otro del amplio espectro de posibilidades que engloba el género.
Estas clasificaciones no necesariamente están relacionadas con el sexo biológico, aunque en la sociedad la norma sea asociar los genitales femeninos con el hecho de ser mujer y los masculinos con ser hombre. Pese al criterio general, el sexo tampoco es una cuestión binaria. Cerca del 2% de la población mundial presenta en su genética, a la vez, caracteres intersexuales o propios de los sexos masculino y femenino, por lo que el binarismo sexual queda desmentido por la ciencia.

Rachel Crandall, fundadora del Día Internacional de la Visibilidad Transgénero, sentada en un banco. Ambiente bucólico

La activista por los derechos de las personas trans, Rachel Crandell, a quien se le debe la celebración del Día Internacional de la Visibilidad Transgénero. Foto: Jacob Lewcow/Detroit Metro Times

El género también ha sido tratado durante muchos años por la sociedad occidental como una cuestión binaria; sin embargo, una pesquisa profunda en la historia cultural de la humanidad nos devela como la identidad de género, más allá del binomio hombre-mujer, se ha manifestado de forma abierta en diversas culturas: para los griegos existía el concepto del andrógino o hermafrodita, ser que reunía características de ambos sexos. Esta cualidad era incluso reflejada en el panteón de dioses, puesto que Dionisos era representado con una imagen andrógina.

En las sociedades indígenas con una organización social igualitaria, como las de las tribus de las áreas culturales de Grandes Llanuras o del Suroeste de Norteamérica, la preferencia para desarrollar labores consideradas femeninas o masculinas no estaba establecida por la identidad sexual, estas sociedades concebían la diversidad de género como una parte del orden natural; en la mayoría de tribus la habilidad de combinar hombre-mujer era vista como un talento, no como desventaja.
Aunque algunas sociedades se reúsen a ver el género como un espectro diverso, aquellos que representan esa diversidad existen y con su presencia reivindicativa van moldeando el entramado social a la forma de la inclusión. Desde los demi–chicos o las demi–chicas, hasta los de género fluido, agéneros o intergénero las clasificaciones y las realidades varían según el modo de autopercepción.

Hace 31 años la Organización Mundial de Salud declaró el 17 de mayo de 1990 que la homosexualidad fuera eliminada de la lista de enfermedades mentales. Sin embargo, todavía existen muchos mitos en el imaginario colectivo respecto al género y la psicología. Diagnosticados con Diforia de Género, estas personas eran tratadas como enfermos mentales, y se les sometían a los más absurdos tratamientos.

Identidad de género

Foto: Tomada de Internet

Hoy la realidad es distinta, aunque lenta en su avance. Cuba cuenta desde abril del 2019 con la primera constitución en su historia, y una de las pocas en el mundo, que respalda de modo explícito los derechos de las personas lesbianas, gais, bisexuales y transexuales.

Pero, más allá de la ley o el derecho, existen vidas y se impone ante nada desterrar etiquetas. En el espectro del género no solo caben las definiciones de femenino o masculino, transgénero o cisgénero; existe un grupo de personas que no se identifica con el binarismo. Para aquellos que se autoperciben como personas del género no binario, existen más colores que blanco o negro.
La obsesión social de asociar al sexo biológico con la identidad de género y la orientación sexual ha sido la causante de años de tabú y discriminación. El sexo biológico no tiene que coincidir con la identidad de género ni la orientación sexual tiene límites.
La comunidad LGBTIQ+ ha escogido abanderar un arcoíris porque sabe que en el mundo hay tantos colores como seamos capaces de percibir y cada persona es un mundo de experiencias, emociones; más allá de las etiquetas, todos somos humanos y la premisa es la empatía y la aceptación.