De niño siempre te enseñan de la importancia del amor y la amistad, aprendes a querer a la familia, a los amigos, a tu tierra y a todo aquel que te rodea. Desde niño descubres que, como dice el poeta, solo el amor alumbra lo que perdura, solo el amor engendra la maravilla.

Con esas enseñanzas de la infancia hemos enfrentado los duros meses de azote de una pandemia. Con ese mismo ímpetu de engendrar la maravilla, cientos de jóvenes en la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas han participado como voluntarios en zona roja para la atención a pacientes sospechosos o contactos de COVID-19. Muchas son las historias que han editado los llamados Valientes de UCLV, semblanzas que se forjan en la esperanza y el altruismo de jóvenes que aman y fundan.

Ellos y ellas, han dejado atrás sus casas y familias, han apartado sus carreras, sus títulos, sus grados científicos, sus investigaciones, para servir a todo aquel que lo necesite. Visten trajes que los hacen vivir en el anonimato y que a veces ocultan el cansancio. Detrás de cada vestidura hay sueños, sentimientos, y el deseo de respirar sin miedo al contagio.

Foto cortesía de un grupo de voluntarios

De ellos hemos conocido las hermosas historias de varias parejas que han decidido trabajar juntos en la zona roja, porque el amor los ha unido en las buenas y en las malas. Hemos conocido, los testimonios de aquellos que han dejado a sus hijos, a sus padres, a sus seres más queridos para salvar la vida de tanta gente. Hemos conocido de los niños ingresados que llaman cariñosamente amigos o incluso «Power Ranger» a nuestros jóvenes Valientes.

De la zona roja tenemos decenas de anécdotas del asombro de los pacientes, cuando descubren que tras la ropa verde no hay personal de salud, sino un estudiante, un profesor o un científico, y que además por ese trabajo no cobran ni un peso. Algunos incluso, no encuentran comparación con una obra de tanta nobleza y humanismo. Hay tantas cofradías que contar… de los aplausos, de los mensajes, de los GRACIAS MÉDICO.

Y como niños aprenden de una fórmula de amor que busca la felicidad en los pequeños detalles que nacen desde la zona roja.