Cada 30 de julio la Patria recuerda a sus mártires en ejercicio solemne. El homenaje perenne a quienes ofrendaron su vida por ver cumplidos los sueños de Martí cobran en esta jornada un significado especial.

El 30 de julio de 1957, hace exactamente 63 años, fueron asesinados Frank País García y Raúl Pujol en Santiago de Cuba. Frank tenía apenas 22 años, y había demostrado el arrojo y la valentía de los jóvenes cubanos en múltiples ocasiones. Sobre su muerte Fidel escribiría: “No puedo expresar la amargura, el dolor infinito que nos embarga. ¡Qué bárbaros, lo cazaron en la calle cobardemente valiéndose de las ventajas de que disfrutan para perseguir a un luchador clandestino! ¡Qué monstruos! No saben la inteligencia, el carácter, la integridad que han asesinado…”. Solo durante la tiranía de Fulgencio Batista 20 mil cubanos fueron asesinados o cayeron en combate, cifra alarmante si se compara con otras dictaduras latinoamericanas como la chilena o la argentina. Cuba vivió siete años de luto y dolor.

En julio de 1959 Fidel explicó el porqué del 30 de julio como Día de los Mártires de la Revolución: “Quiso el Gobierno Revolucionario instituir el día de hoy como el Día de los Mártires de la Revolución Cubana, es decir, en recuerdo de todos los caídos. Y escogió esta fecha del 30 de julio, porque ha sido este mes y ha sido especialmente este día como un día símbolo de los sacrificios que hizo nuestro pueblo por conquistar su libertad.”

“Aquí, en estas calles de Santiago de Cuba, cayeron los primeros combatientes revolucionarios. En estas calles de Santiago de Cuba se perpetraron los primeros actos de salvaje represión contra los revolucionarios y contra la población civil. En este cementerio de Santiago de Cuba y en los alrededores de Santiago de Cuba, fueron sepultados los hombres que constituyeron la primera legión de mártires combatiendo contra la tiranía.”

Esta es una fecha para recordar a todos los que cayeron en esta Revolución, que ha sido una sola desde 1868 y que hoy llevamos adelante. Un día para honrarlos, perpetuarlos con el respeto que se ganaron, y recordar su huella en el alma de la Patria agradecida.