Fidel Castro y un selecto grupo de revolucionarios atacaron el Cuartel Moncada el 26 de julio de 1953, en una acción que no triunfó. El ejército asesinó a decenas de participantes y el propio Fidel fue capturado en marcha hacia las vecinas montañas. Después se le sometió a una farsa judicial, en la que el joven revolucionario inició el proceso de convertir su revés en victoria; en el amañado juicio acusó al tiránico e ilegal régimen y expuso su alegato programa conocido como “La Historia me absolverá”. En éste, demostró conocer el contexto material en que se desarrollaba la vida de los cubanos, así como sus conflictos y contradicciones. También evidenció los anhelos de la ciudadanía y su moral, nutrida de la idiosincrasia y psicología nacionales así como de sus tradiciones y cultura propias.

Muchos de los sobrevivientes en la acción fueron capturados después, y torturados. A varios les trituraron los testículos, les arrancaron la visión… Ahí está, por ejemplo, Abel Santamaría, fiel a sus principios sin importar el dolor. Nos parece observar a su hermana Haydée, a quien le enseñaron un ojo de él, y la amenazaron con sacarle el otro si ella no hablaba.

La joven amorosa, pero corajuda respondió con dignidad que si él no dijo nada, ella tampoco. Más tarde le comunicaron: “Ya no tienes novio porque te lo hemos matado también…”. Se lee fácil, mas pensemos en el momento, en la tristeza, en aquellas pérdidas que desgarraban…, pero no hacían ceder.

A otros les inyectaron aire y alcanfor en las venas para matarlos. Nos vienen a la mente las anécdotas del joven Andrés García, atacante al Céspedes, a quien golpearon hasta hacerlo perder el sentido y luego lo estrangularon con una soga, pero increíblemente sobrevivió.

Cuando uno conoce estas y otras historias de aquellos días entiende mejor al poeta Raúl Gómez García lee sus versos Ya estamos en combate… Escucho a Fidel:

“Compañeros: Podrán vencer dentro de unas horas o ser vencidos; pero de todas maneras, ¡óiganlo bien, compañeros!, de todas maneras el movimiento triunfará. Si vencemos mañana, se hará más pronto lo que aspiró Martí. Si ocurriera lo contrario, el gesto servirá de ejemplo al pueblo de Cuba, a tomar la bandera y seguir adelante. El pueblo nos respaldará en Oriente y en toda la isla. ¡Jóvenes del Centenario del Apóstol! Como en el 68 y en el 95, aquí en Oriente damos el primer grito de ¡Libertad o muerte!”.

“La Cuba de la actualidad está repleta de retos diferentes, que solo podremos vencer entre todos como una familia enorme a favor del progreso y la vida, con fidelidad a los principios y la belleza”. Félix Julio Alfonso 

Se nos convoca a sumergirnos una vez más en La historia me absolverá, un texto que debe ser revisitado por cada generación, para comprender mejor la dimensión de aquellos sucesos y la altura de Fidel como guía, martiano, revolucionario y cubano.

En ocasiones repetimos “el Moncada de los jóvenes de hoy es este o aquel, tal o más cual responsabilidad, esta o aquella acción”, pero ojalá tengamos plena conciencia de lo que significa evocar aquel hecho y a sus protagonistas.

Es por eso que este es un pueblo con una confianza tremenda en su fuerza, con lealtad a lo que considera valeroso. El 26 de julio jamás deberá constituir únicamente una fecha ni un acto. Es un símbolo, parte del alma de Cuba y de cada uno de nosotros.

El 26 es también Fidel, el joven y el apasionado, el revolucionario total que nos confirmó la posibilidad de conquistar los sueños. Uno piensa en el día, en los sucesos, e inevitablemente nos viene a la mente su altura como líder que debe permanecer con nosotros.

Con algunas notas de Cubadebate.