Un intelectual liberó, mondo y lirondo, su opinión personal en una de las reuniones que tanto temo, las cuales se alargan demasiado y donde por consiguiente algunos suelen hablar de más: “Si el Benny hubiera nacido en esta época, sería reguetonero”.

Mi opinión anda en las antípodas: si Benny hubiera nacido en esta época se cortaría las cuerdas vocales en repudio al desastre musical, estético, ético y conductual en que ese semigénero ha sumido a parte del receptor actual.

Pero bueno, por suerte el Bárbaro del Ritmo vio la luz el 24 de agosto de 1919 e hizo cuanto hizo cuando le tocaba. E incluso mucho, muchísimo, más. Este hombre de campo, sin academia, revolucionó la música cubana desde el mismo nervio de su autoctonía y elevó lo popular a la categoría de eterno. Nadie lo ha igualado. Y como pinta el horizonte, apuesto porque no suceda en muchos años.

En Benny Moré habitó la música y el genio para recrearla, renovarla, reconfigurarla y hacerla completamente nueva. Sin él no se entiende el pentagrama nacional, e incluso continental, del siglo XX. Escucharlo es sentir el arte sonoro en un estado inefable de pureza. En sí convivieron el genio, el temperamento y la capacidad de subyugar tanto a feligreses como a profanos del universo de corcheas y armonía.

Fuente: 5 de septiembre