Un 23 de enero, del año 1939, inició sus sesiones lo que se convertiría en Congreso constitutivo de la Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC) , cuya celebración abarcó desde esa fecha hasta el 28 de enero.

No obstante, no se puede limitar la unificación de los trabajadores a esos seis días. Esas jornadas solo constituyeron el punto culminante de un proceso arduo y paciente desde la base, en diversos sectores laborales, de abnegados cuadros sindicales que desafiando la represión del régimen fueron reconstruyendo, paso a paso, el movimiento sindical que había sido destrozado por la reacción tras el fracaso de la huelga general de marzo de 1935.

Ese rescate del movimiento sindical en menos de cuatro años puede calificarse de proeza y ello explica el sentimiento de profunda emoción y el entusiasmo desbordante que demostraron los 1500 delegados de 789 organizaciones obreras que se dieron cita en la noche del 23 de enero en el actual Gran Teatro de La Habana, que resultó pequeño para todos los trabajadores que querían participar y no pudieron hacerlo por falta de capacidad del local.

En el acto inaugural estuvieron presentes delegados fraternales de otros países: Vicente Lombardo Toledano, presidente de la Confederación de Trabajadores de América Latina ( CTAL); Fidel Velázquez, dirigentes de la Confederación de Trabajadores de México y Joseph Kowner, del Congreso de Organizaciones Industriales de Estados Unidos.

Además el entonces ministro del Trabajo Juan M. Portuondo Domenech; autoridades civiles y militares de la república y de la capital; personalidades destacadas de la vida nacional y una significativa representación de organizaciones populares, entre ellas, el Partido Comunista de Cuba, Unión Revolucionaria, Agrupación de jóvenes del Pueblo, Hermandad de Jóvenes, Federación de Sociedades Negras, Comité Gestor Pro Congreso Nacional Femenino, Comité de Ayuda al Pueblo Español, Casa de la Cultura, Comité Pro Presos Antifascistas, Comité Contra la Discriminación Racial etcétera.

Entre las intervenciones que se produjeron aquella noche impactaron las de Lombardo Toledano y Lázaro Peña.

Este último resaltó el significado de la unidad: “El pueblo y la clase obrera de Cuba (…) están pendientes de este acto en que iniciamos las labores del Congreso, prácticas de una obra grande y fecunda, pero incompleta aún, porque lo que hasta ahora hemos tenido no ha sido más que una reclamación perenne y colectiva. Sin embargo no radica sólo en el hecho de que nos dispongamos a satisfacer esa unión, anhelo de nuestras masas proletarias, ni siquiera en la asistencia de los representantes todos, de absolutamente todas las organizaciones obreras del país aquí reunidas, la máxima significación de este acto que celebramos. (…) es la primera vez que asistimos a un Congreso consciente, cabal y enteramente de lo que la unidad es y significa para Cuba”.

Y valoraba así la trascendencia de la importante reunión proletaria: “Para mí, la mayor significación de nuestro Congreso radica en esa unidad consciente, que no oculta las diferencias sostenidas, sino que se basa en ellas para abolirlas en la acción cotidiana (…) porque el simple hecho de aunar las diferencias de opinión hacia un fin grandioso, y limar nuestras diferencias, garantiza que esta será una unidad verdadera. Será una unidad de fundamentos hondos; será una unidad nacida y afirmada en las decisiones de los sindicatos y en las decisiones de toda la masa obrera”.

Y resaltaba; “Nuestro Congreso deberá tener el apoyo de todos los trabajadores, del machetero de la colonia, del cargador de los muelles, del zapatero del banquillo, porque nuestro Congreso habrá de ser la palanca que mueva las reivindicaciones y los derechos de cada uno por separado y la palanca que mueva las reivindicaciones y los derechos de todos”.

La última sesión del Congreso Obrero tuvo lugar el 28 de enero. En ella los delegados reclamaron al gobierno cubano la reposición de todos los cesanteados tras la huelga de marzo de 1935, la convocatoria inmediata de una asamblea constituyente con la representación de delegados obreros; y se proclamó el rechazo a toda discriminación por motivo de raza, sexo, religión o nacionalidad.

La clausura de la reunión proletaria tuvo lugar en un multitudinario acto celebrado en el estadio de la cervecería La Polar en el cual, según los reportes de prensa, intervinieron más de una decena de oradores, entre cubanos e invitados extranjeros, y las palabras finales estuvieron a cargo de Lázaro Peña.

En esos seis días de Congreso se materializó un esfuerzo colectivo de varios años por el logro de la unidad de los trabajadores en una sola organización sindical.

Ese fue el mayor homenaje de los participantes en el Congreso a nuestro Héroe Nacional, aquel 28 de enero, aniversario de su natalicio, y no fue casual la fecha en que se conquistó esa unidad: la prédica unitaria de Martí los condujo en ese necesario camino que fortalecería a los trabajadores en sus luchas.

En este empeño los cuadros sindicales tuvieron a su lado a un guía excepcional: Lázaro Peña que, como expresó Rubén Martínez Villena cuando lo conoció , reunía desde entonces en su personalidad los bríos de la juventud y la madurez de un veterano, cualidades a las que unía una gran inteligencia, visión política, contacto permanente con las masas, y confianza en el futuro.

Lázaro se convertiría, en su condición de secretario general de la CTC, en el capitán de las luchas de los trabajadores que ya no serían batallas aisladas sino que marcharían juntos en una organización en la que se sumaron en un solo haz todas las tendencias ideológicas existentes en aquel momento en el seno de la clase obrera, cuyos representantes más honestos eliminarían sus diferencias en la lucha cotidiana.

La CTC no se limitó a encabezar las batallas por las reivindicaciones de las masas laboriosas, sino que empezó a hacerse sentir en la vida política del país.

“Queremos hacer de nuestra unidad —había señalado Lázaro en la apertura del congreso— palanca que defienda nuestras reivindicaciones, ariete formidable para vencer las resistencias de las compañías poderosas que todavía ignoran leyes y desprecian gobernantes. Queremos hacer de ella defensa de los intereses de toda la clase obrera, pero queremos también que sea defensa de los intereses de toda la Nación.”

Si entonces en las condiciones más adversas la CTC enseñó a los trabajadores a pensar como país, hoy que los trabajadores son la fuerza principal de nuestro proyecto de desarrollo socialista, se hace más necesaria que la movilización de sus fuerzas para contribuir más al avance del país.

Llegue una felicitación en este día a todos los afiliados de la CTC en nuestra Universidad.

Fuentes consultadas: Periódico Trabajadores