Siglo XIX, Cuba. Un escenario marcado por una tensa situación política, económica y social producto de la dominación española en la Isla. Hasta 1850 proliferan entre los cubanos tendencias más o menos radicales de enfrentamiento hacia la metrópoli: el Reformismo, el Anexionismo o el Independentismo, figuran entre ellas. Sentimientos de nacionalidad que cobran su auge en la segunda mitad del siglo con el estallido de la Guerra de los Diez Años, expresión suprema de las contradicciones.
Precisamente, en este período desarrolló la mayor parte de su obra la protagonista de esta historia. Nació en Puerto Príncipe —hoy Camagüey— el 7 de mayo de 1847 y ha pasado a la posteridad como la primera mujer cubana en ejercer el periodismo. Domitila García de Coronado aprendió el oficio de su padre, Rafael García, que ya en el año 1859 se establece en Manzanillo con una imprenta de su propiedad.
Con solo 13 años, Domitila se inicia en labores tipográficas y periodísticas en La antorcha, publicación de la imprenta que tuvo editores como Carlos Manuel de Céspedes y al periodista Rafael María Merchán. Ella misma imprimió las primeras proclamas en que Céspedes incitaba a sus compatriotas a reclamar mediante la lucha armada los derechos del pueblo cubano.
En noviembre de 1866, Domitila García se convirtió en la primera mujer cubana fundadora de una publicación en la Isla, con la revista semanal El Céfiro, junto a la escritora y poetisa camagüeyana Sofía Estévez y Valdés y el poeta Emilio Peyrellade. Por su carácter representativo social, de corte literario y costumbrista, el semanario tuvo gran acogida en todo el país.
Debido a la persecución política que sufría su padre, la familia se trasladó a La Habana donde Domitila publica la primera obra de antología realizada en el país: Álbum poético fotográfico de escritores y poetisas cubanas, el cual dedicó a su coterránea Gertrudis Gómez de Avellaneda. A partir de este momento su producción literaria se intensifica: publica su novela Los enemigos íntimos, colabora en el mensuario El Eco de las Damas y funda el semanario El Eco de Cuba. En el año 1870 y para continuar su labor patriótica, imprimió el periódico revolucionario independentista Laborante, prohibido por los gobernantes españoles.
Años después vio editado su libro Consejos y consuelos de una madre a su hija, premiado en varios eventos literarios, y que recibió medalla de bronce en la Exposición Universal de París. En 1888 dio a conocer la biografía del eminente médico cubano Tomás Romay, la cual redactó con notas históricas sobre la vacuna en América.
Su labor, tanto como periodista, como escritora y educadora, resultó prolífera y enérgica. Las páginas de la revista El Fígaro, importante publicación periódica de finales del siglo XlX, la presentó en sus páginas en 1895 y años más tarde, el 27 de mayo de 1917, le dedicó el artículo Mujeres útiles: Domitila García de Coronado, con la foto de la periodista en la madurez de sus años y los elogios a su labor en el rescate de la memoria histórica.
Mujer de carácter y voluntad firmes, Domitila fue una incansable luchadora por la mujer, la educación, la enseñanza y la cultura. Su labor la convirtió en «socia de mérito» y «facultativa de honor» en casi todas las sociedades literarias y de recreo de la Cuba de entonces. Diversas fuentes aseguran que Domitila García de Coronado pasó su vejez en la pobreza hasta su muerte en 1937 a la edad de 97 años, eso sí, con un lugar asegurado en la historia de los grandes hombres y mujeres de esta tierra.