Cuba tiene muchos héroes anónimos. Por eso, casi nadie conoce el nombre de este hombre, apenas, su apodo cariñoso. Sin embargo, lo vemos todos días. No imaginamos cuánto más difícil sería nuestra vida, sin la llegada puntual de su ómnibus cuando lo estamos esperando. Pero, sin lugar a duda, la presencia de este hombre es algo que podemos agradecer.
Gracias, entonces, porque existe, porque ama su trabajo, porque sigue entre nosotros.
El amor al trabajo
«Mi nombre es Reinaldo Brito Hernández, nací en el Yabú, Finca Azotea, barrio Purial, y soy hijo de campesinos. Pero, a mí nadie me dice Reinaldo, todo el mundo me dice «Guajiro», porque soy del campo, y me encanta que me digan así.
«Trabajé en el campo hasta los 18 años, trabajé y estudié toda mi infancia, porque mi padres me lo enseñaron así.
«En la finquita de mi familia, desde que tenía yo 10 u 11 años, me levantaba a la 1:00 a.m., y ayudaba a mi papá a buscar los bueyes para la carreta, con la que mi papá tiraba caña. Luego, regresaba a casa a bañarme para irme a estudiar toda la mañana en la escuela. Regresaba al mediodía de la escuela, y en la tarde volvía para ayudar a mi papá a trabajar en el campo.
«Mi papá y mamá me enseñaron a trabajar. Pero, no me sacaron nunca de la escuela. Y me siento agradecido, y lo que tengo y lo que sé, se lo agradezco a mis padres, porque me enseñaron a ser así. Luego, ya como trabajador, nunca he perdido ese camino recto. Desde el año 1968 soy chofer y he trabajado en Educación toda mi vida, desde el 71».
52 años como chofer
«A los 18 años me citaron para el servicio y me enviaron a Camagüey. Allí, como parte de una tarea de la UJC, pasé a la Columna Juvenil del Centenario, así que estuve tres años en la agricultura, en la caña, y otras labores agrícolas, del 68 al 71. Casi al finalizar el último año de servicio militar, me ubicaron como chofer de una ambulancia en el hospital de Camagüey, y como chofer concluí la etapa de servicio. Yo tenía licencia para manejar desde el 68.
«Cuando me desmovilizaron regresé al Yabú, a trabajar en el campo. Unos meses después, un compañero de trabajo me llevó como chofer para la dirección provincial de los círculos infantiles.
«En el año 72, cuando fundaron la escuela de Educadoras de Círculos Infantiles, les asignaron buses nuevos y así comencé como chofer de ómnibus en esa escuela, en la que estuve hasta el año 1984. En este año, se unificó la escuela de Educadoras con la Formadora de Educadores, y pasé a trabajar en la escuela Formadora hasta el año 1993.
«Ya en el 93, la Formadora se unificó con la entonces Universidad Pedagógica y continué trabajando en esta última, hasta la integración con la Universidad Central, en el 2015, que pasé a trabajar a la UCLV, donde estoy todavía.
«En los años 70 y 80, participé en 19 zafras de corte de caña manual, mi expediente de trabajo las contiene. Mi expediente de trabajo es toda una historia, me dicen los que me conocen. En el año 85, por mi trabajo en las zafras me gané un viaje de estímulo a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, firmado por el Comandante en Jefe. He participado en movilizaciones en la caña, en el café.
«Yo trabajaba como chofer y como machetero, llevaba las dos cosas. En el mes de diciembre entregaba la guagua y comenzaba en la zafra, y luego en abril, me reincorporaba a manejar; así, trabajé las 19 zafras.
«Mucho trabajo, sí. Porque he cumplido con todo lo que se me ha orientado, siempre.
«Actualmente, en este tiempo de pandemia que me ha tocado manejar, me he cuidado, he mantenido el distanciamiento físico, las medidas dentro del ómnibus. He trabajado manejando para trasladar al personal de guardia de los centros de aislamiento, primero en la Sede Pedagógica y ahora en la Sede Central.
«No he tenido sanciones ni accidentes en 52 años que llevo manejando. Lo que he hecho siempre es trabajar honradamente, toda una vida».
Los Primeros de Mayo
«He participado en todos los Primeros de Mayo. Me ha tocado manejar y también me han entrevistado, y siempre he dicho lo mismo: los trabajadores se merecen esta fiesta y hay que luchar por esta Revolución que nos ha dado todo. Y me gusta la celebración del Primero de Mayo».
Familia y trabajo
«Yo siempre he sido un hombre preocupado por las cosas de mi casa, para que mi esposa no pase trabajo. Crié a mis dos hijos, inculcándole siempre lo bueno, hasta hoy. Siento que he podido sobrellevar las dos cosas y no traer los problemas de la guagua para la casa. Tengo mi carácter, pero nunca he llegado a mi casa peleando».
El hombre. El futuro
«Toda la vida he manejado ómnibus Girón. Sin horario. Yo nunca he tenido hora para terminar ni empezar el trabajo. Podía llegar a la casa a la 1:00 a.m. y salir de nuevo a trabajar a las 4:00 a.m. Y no he tenido miedo de manejar solo.
«Con los trabajadores que me ha tocado transportar me he llevado siempre bien. Tengo 9no grado de escolaridad y soy chofer de personal con grados superiores, licenciados, doctores, y siempre me he adaptado, y he sabido llevarme bien con quienes he trabajado. Y me encanta mi profesión. Si volviera a nacer sería chofer otra vez. Yo nací para eso.
«Ya tengo 72 años. Pienso en el próximo enero, cuando concluya este año, retirarme. Hasta ahora me siento bien, con salud. También me siento bien en mi centro de trabajo, en la Dirección de transporte, con mis compañeros. Todos tienen buena opinión de mí y me llevo bien con todos, trato de ayudar a todo el que me necesita, dentro de mis posibilidades. Voy a trabajar este año, pero, luego ya, ya voy a descansar».
«Hay incontables héroes de la zafra, decenas de héroes del trabajo, miles y miles de héroes anónimos. ¡Digamos que nuestra Revolución aprecia, más que a nadie, al héroe anónimo! ¡Al hombre humilde, al combatiente modesto que cumple con su deber por un problema de conciencia, sin importarle jamás ni siquiera si le reconocen sus méritos!».*
Qué le gusta además de manejar: «El béisbol, que es la vida mía».
Una cualidad que lo distinga: «El respeto».
*Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, en la clausura del Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba, el 22 de diciembre de 1975. Teatro Karl Marx.