Dentro de la Tarea Ordenamiento, los precios se roban la atención. Un equipo de profesores y economistas de Villa Clara explica por qué se dispararon y proponen ideas para disminuirlos.
Si convertimos el Ordenamiento Monetario en la nueva brújula de la economía cubana, el bienestar del pueblo se coloca en el norte magnético e invariable. Como referencia al tan anhelado desarrollo servirán otros tres puntos cardinales: productores y comercializadores, organismos fiscalizadores, y académicos y economistas. Precisamente, sobre la labor de estos últimos indagó Vanguardia esta semana.
Para rectificar los precios encabritados a partir del 1.º de enero y responder al reclamo de los villaclareños, el grupo temporal de trabajo que se ocupa de la Tarea Ordenamiento desde el Gobierno Provincial, convocó a profesores de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas (UCLV), miembros de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba (ANEC) en Villa Clara y en Santa Clara, y especialistas de la dirección provincial de Finanzas y Precios.
El máster Iván Santos Prieto, presidente de la ANEC en Villa Clara, cuenta que inmediatamente comenzaron el análisis minucioso de los precios en entidades mayoristas y minoristas que producen o comercializan bienes sensibles para la población. Entre las seleccionadas destacan las empresas Cárnica, Avícola y Láctea, la Pesca, Pan y Dulce, Conservas y Vegetales, Bebidas y Licores, Materiales de la Construcción y la Geominera del Centro.
Cuando el río suena…
Muy pronto emergieron las piedras anunciadas por la opinión pública desde los primeros días del año. Según Santiago Puig de la Barca, presidente de la ANEC en Santa Clara, la primera deficiencia identificada consistió en la aplicación de los índices máximos de la media de la clase establecidos por el Ministerio de Finanzas y Precios en la Resolución 324 del 2020.
«En un primer momento muchos empresarios no conocían los precios de los insumos y aplicaron el mayor valor permitido para cubrir con seguridad los gastos —en muchos casos, por orientación de sus organismos superiores— sin diferenciar los productos. Quizá los menos demandados admiten índices elevados, pero los de mayor impacto, no», argumenta.
Igual comportamiento apreció la Dra.C Maylin Suárez González, decana de la Facultad de Ciencias Económicas de la UCLV, en las tasas de margen comercial aplicadas entre empresas comercializadoras.
La mayoría cobraron la tasa máxima del 10 % para cubrir los gastos de las operaciones comerciales y generar utilidades. Aunque lo hicieron al amparo de la Resolución 313/2020 del Ministerio de Finanzas y Precios, tampoco tuvieron en cuenta las particularidades de cada situación.
«Si una entidad asume el traslado de su propia materia prima, puede aplicar una tasa superior; pero si el transporte corre a cargo del suministrador, entonces tiene que ajustarse a un valor mínimo. Muchas veces el producto transita por varias empresas, y si todas le ponen la máxima tasa comercial, llega al cliente con un precio elevadísimo que no obedece a la eficiencia», explica.
La situación se complica cuando un producto circula por varios comercializadores que, lejos de transformar y mejorar su calidad, lo encarecen. Los especialistas hacen hincapié en la urgencia de eliminar los intermediarios en la cadena de valor, porque la ganancia que exige cada uno se convierte en costo para el otro y eleva exponencialmente el precio minorista que pagará el cliente.
«Propusimos al Gobierno Provincial realizar un análisis integral de las estructuras empresariales que abarque toda la cadena de producción y comercialización. Ya lo hicimos con ese bloque y detectamos algunas reservas», refiere el Dr.C. Abel Sarduy Quintanilla, profesor de la carrera de Contabilidad y Finanzas en la UCLV.
A la curva ascendente que apuñala los bolsillos del comprador, se incorpora el sinsentido del mercado negro, alentado por el desabastecimiento general y la resistente corrupción.
Para Sarduy Quintanilla, otro aspecto necesita pronta revisión: la formación de precios mayoristas descentralizados a partir del precio minorista centralizado. «El productor solo puede incrementar su precio hasta el 50 % del minorista ya fijado. Si se esfuerza por disminuir este valor, no percibe ningún beneficio y aporta más ganancias a quien lo comercializa. Teniendo en cuenta los gastos de producción y distribución, en muchas ocasiones esto le genera pérdidas».
Si bien todo error debe señalarse y corregirse con premura, no resulta constructivo linchar públicamente al sector empresarial, sin ubicar los cambios en contexto.
Entre el 10 de diciembre y el 1.º de enero, las administraciones consumaron «una revolución económica dentro de la Revolución», a juicio de Sarduy Quintanilla. Con muchísimas normas jurídicas por interpretar, escaso tiempo para actuar y total desconocimiento de los precios de suministradores y prestadores de servicios, era técnicamente imposible confeccionar las nuevas fichas de costo, método fundamental para establecer los precios en Cuba.
La máster Patricia Díaz Caballero, profesora de Contabilidad y jefa de la disciplina de Costo en la Facultad de Ciencias Económicas de la UCLV, llama la atención sobre el encarecimiento de las materias primas, las tarifas de electricidad, agua y otros servicios básicos, en algunas entidades, más de diez veces por encima de los precios anteriores. Otra afectación que trasciende el terreno mayorista y cala directamente en el comprador.
Cambio de pensamiento y acción
La crisis sanitaria que mantiene al mundo contra la pared desde el pasado año, los esfuerzos del vecino hostil para asfixiarnos y las ineficiencias internas que también han deformado la economía cubana retardan y opacan los efectos del Ordenamiento Monetario. Sin embargo, en diálogo íntimo con los duendecillos que custodian nuestra conciencia, resulta más saludable aliarse al optimista.
A juicio de Santiago Puig de la Barca, resta una tarea estoica para la elaboración de las fichas de costo. «Hay que tener en cuenta los gastos indirectos y las normas de trabajo y de consumo. Tales aspectos constituyen facultades de las empresas y deben ser muy bien argumentados, porque cualquier alteración en la ficha se refleja luego en el precio. De ahí la importancia de la inspección».
Maylin Suárez González apela a la búsqueda de otras reservas de eficiencia como condicionante del éxito: aumentar y diversificar las producciones a partir de las capacidades instaladas, fortalecer los encadenamientos productivos, aprovechar la jornada de trabajo y disminuir los gastos indirectos.
«En ocasiones, por falta de materias primas los trabajadores siguen cobrando su salario sin producir. Asociado a ello, en muchas entidades existen estructuras administrativas sobredimensionadas, con personas que no generan riquezas. Sin provocar despidos masivos, debe reubicarse parte de estos trabajadores en labores productivas», comenta.
Por su parte, Abel Sarduy Quintanilla confiere gran relevancia a las estrategias para la sustitución de componentes importados. «Si no existen empresas nacionales que los produzcan, hay que recurrir a la ciencia, la investigación y la innovación, mediante alianzas con centros capaces de generar tecnologías que los reemplacen.
«También se impone un cambio de mentalidad en el sistema de contratación. Percibimos que los empresarios miran siempre hacia el cliente y nunca al proveedor, no negocian con los suministradores ni se interesan por que estos apliquen correctamente las legislaciones de precios. La Tarea Ordenamiento obliga a mirar hacia atrás, a incorporar esa cultura», añade.
Con el fortalecimiento de la economía como anhelo común, los integrantes del equipo asesor ponderan la coordinación entre los organismos, la adecuada implementación y el control de las decisiones en la base, y la sistematicidad en el análisis y rectificación de los precios.
Nos hicimos a la mar en medio de la peor tempestad. Sobre las olas tendremos que fortalecer la estructura del barco, a merced de la marea y el viento implacables. Brújula en mano hemos de recurrir a todas las maniobras para llegar a puerto seguro, porque esta embarcación no admite retrocesos ni zozobra.
Tomado de Vanguardia