Juan Valentín Lorenzo Ginori es un hombre realizado. Prefiere que lo vean entre los tropiezos y las bondades de la cotidianidad, y no ser valorado con adjetivos sobredimensionados ni halagos grandilocuentes. De su padre aprendió las lecciones más honestas de la vida. Un técnico electricista que partió, definitivamente, en 1999, y quien lo motivara a seguir el camino del oficio. A él le dedicó el mayor de los regalos cuando logró convertirse a los 21 años en todo un ingeniero electricista en la graduación universitaria de 1969.

Desde entonces se traza el camino de este esperanceño que días atrás recibió la categoría docente especial de Profesor Emérito de la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas (UCLV).

La Dra. Osana Molerio Pérez, rectora de la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas, entregó al Doctor en Ciencias Juan Valentín Lorenzo Ginori el diploma acreditativo de su condición de Profesor Emérito y un cuadro de José Martí. (Foto: Dirección de Comunicación UCLV)

No es un extraterrestre ni alguien encerrado en la burbuja exclusiva del magisterio. Marchó a alfabetizar con solo 13 años, y más allá de la docencia y la investigación, se declara amante del deporte. El fútbol, el béisbol y el voleibol los disfruta como espectador; sin embargo, el atletismo le fascina para mantener el bienestar físico. De la música prefiere varios géneros, y aunque confiesa no ser gran bailador, tampoco es un cero a la izquierda.

Ya suma 70 calendarios; de ellos, cinco décadas de ejercicio profesional. Como ingeniero electricista en telecomunicaciones y electrónica buscó los espacios más gustados porque no había tenido vocación para desempeñarse en otras esferas.

Un currículo de más de 30 páginas descubre a esta persona de bien, y entre tantas responsabilidades, méritos, participación internacional, tutorías, asegura que le ha quedado tiempo para vivir.

«Siempre he estado pendiente de mi hijo y mi cónyuge. Quizá no les he dedicado todo el tiempo que hubiera querido, pero llevé una vida familiar bastante estable también con mis padres, y no pudiera realizar mis labores sin la cooperación de mi esposa».

Durante la ceremonia de entrega de la condición de Profesor Emérito, el primer nombre que Ud. mencionó fue el de Maritza. ¿Qué representa en su trayectoria?

«Dentro de poco celebraremos las bodas de oro. Ha compartido conmigo buenos y malos momentos. Y ahí está Maritza Pérez Fabelo como apoyo fundamental. Lo que he dicho es un acto de justicia, a lo mejor por ser graduada de Psicología, con 45 años de ejercicio, sabe llevar muy bien su profesión».

Una vez en casa, el laureado comparte el diploma con Maritza Pérez Fabelo, su esposa, y colaboradora en todo lo alcanzado. (Foto. SMB) / Vanguardia)

Entre todas las ramas, ¿cuál ha sido el momento más difícil?

«Cuando por necesidades de la UCLV me nombraron jefe del Departamento de Física. Estuve seis años. Había sido profesor de la asignatura como alumno ayudante. Ello me enseñó que la Física tiene sus complejidades y guarda distancia con lo que uno aprende en las carreras de ingeniería».

¿Contratiempos?

«Quise cumplir esa encomienda a fin de mejorar mi formación en Física, y eso me apartó de la línea que llevaba. Cuando concluí la responsabilidad tuve que recuperar ese tiempo, y pasé al Centro de Estudios de Electrónica y Tecnología de la Información, aunque nunca he abandonado la docencia, tanto de pregrado como de posgrado».

¿Un solo momento difícil?

«Hay otro. Asumí las funciones de decano en la Facultad de Ingeniería Eléctrica. Requería consagración y estuve dos años en ese cargo. Debido a la intensidad de las responsabilidades, mi actividad como docente e investigador se deprimió».

En los complejos tiempos del período especial, ¿cómo logró vencer obstáculos para llegar puntual y ejercer los compromisos profesionales?

Momento en que Juan Valentín Lorenzo Ginori pronunciaba las palabras de agradecimiento por el otorgamiento de la categoría docente especial de Profesor Emérito. (Foto: Dirección de Comunicación UCLV)

«Aunque parezca paradójico, fue una de mis mejores etapas. Fidel planteó que el desarrollo de las ciencias podía vencer todas las limitaciones, y se le dio mucho auge a la investigación científica con la creación de nuevas dependencias dedicadas a ella. Me designaron director de lo que era el Centro de Electrónica y Tecnología de la Información. Íbamos en bicicleta a diario, a pesar de que la alimentación no era la mejor, y como soy de buen apetito, algunos platos que no resultaban del agrado de mis colegas me los cedían en el comedor de la Universidad. Increíblemente en esos años completé mi formación como científico».

¿De qué manera ha tenido que ver con la Ingeniería Biomédica?

«Constituye una rama importante de la tecnología. Realizamos aplicaciones en colaboración con el Centro de Neurociencias de Cuba para el almacenamiento de las señales dirigidas a electrocardiogramas, encefalogramas y otras variantes, sin descartar el estudio de pacientes a través de algoritmos novedosos, y estas experiencias se publicaron en revistas internacionales».

«Otros estudios recayeron en la variabilidad de la frecuencia cardíaca, y en el mejoramiento de la calidad de las imágenes médicas obtenidas mediante la tomografía axial computarizada (TAC), entre otros».

La carrera de Ingeniería Biomédica quedó establecida en la UCLV, y de pronto desapareció…

«Luego de siete años de ejercicio decidieron dejarla solamente en la Ciudad Universitaria José Antonio Echeverría de La Habana (CUJAE) y en la Universidad de Oriente. Llegamos a graduar de 150 a 170 profesionales, y en la actualidad impartimos posgrados para los diplomados en esa carrera que laboran en las provincias centrales».

Si tuviera la posibilidad de modificar aspectos de la docencia actual, ¿cuáles cambiaría?

«Los programas están siempre en cambio y actualización según los tiempos. Hay que aplicar la dialéctica, y un componente fundamental del trabajo del profesor es la concepción adecuada de los contenidos de cada modalidad de estudio».

Juan Valentín Lorenzo Ginori intercambiando con Miguel Díaz – Canel Bermúdez, en una de sus visitas a UCLV, hace algunos años (Foto tomada de Internet)

Desde su punto de vista, ¿qué requisitos debe cumplir un buen profesor?

«Un dominio profundo de las disciplinas que imparte, un caudal de actualización, conocimientos de los principios pedagógicos básicos y mucho respeto hacia los alumnos. Nunca puede considerarse insulsa una pregunta. Y tengo la satisfacción de contar con un estímulo creado por la FEU (Federación Estudiantil Universitaria), consistente en la Tiza de Oro, según la visión que poseen los estudiantes de sus docentes».

Con toda sinceridad, ¿ha ocurrido que los alumnos le hagan preguntas que no ha sabido responder?

«Sí. Me encanta que suceda. Del estudiantado he aprendido mucho. Es también un aula dentro de otra. Cuando enfrento una asignatura trato de resolver la mayor cantidad de dificultades del libro de texto. Hay algunas muy difíciles y voy dejando la solución para después. Da la casualidad de que en un curso de maestría un alumno muy bueno se refirió a un problema que él no había resuelto, ni yo tampoco. Eso me costó casi dos noches sin dormir hasta que le llevé la respuesta».

Entre la Matemática y la Física, ¿cuál prefiere?

«Tengo más vínculo con la primera, y sustenta más las asignaturas que he impartido, aunque la Física es la ciencia madre del método científico. En el Departamento de Física crearon un diploma para reconocer a los físicos por naturaleza, y tengo el honor de que haya llegado uno a mí. Admiro la Física, aunque no soy especialista».

¿Y entre la docencia y la investigación?

«La docencia tiene un papel fundamental en la formación del investigador universitario. Al impartir asignaturas se adquiere una disciplina universal. Prefiero la investigación, a pesar de que la docencia tiene un rol importante, y me gusta mucho la tutoría».

¿Es cierto que Ud. le pronosticó un buen futuro a Miguel Díaz-Canel Bermúdez?

«Lo tuve en mi aula en la época en que yo fungía como jefe de la carrera de Electrónica. Era un estudiante destacado y lo vinculé como alumno ayudante. Tenemos incluso un artículo conjunto escrito para una revista. Él terminó su tesis en el Instituto Técnico Militar José Martí (ITM), mantuvimos el vínculo, y lo animé a que trabajara en la UCLV. Así lo hizo como profesor durante tres años».

«Por sus características integrales, en cierta oportunidad le dije que llegaría muy lejos. No me equivoqué. Nos hemos reencontrado varias veces y siempre recuerda ese detalle».

Lorenzo Ginori le impartió docencia en la UCLV al actual presidente cubano Miguel Díaz – Canel Bermúdez (Foto tomada de Internet)

¿Qué le ocurrió a Lorenzo Ginori con un brazo enyesado?

«Tuve un accidente durante un corte de caña y me enyesaron el brazo. Soy normalmente derecho, y los alumnos pensaron que se suspenderían las clases. Pero se llevaron una sorpresa al ver que utilizaba la mano izquierda sobre el pizarrón. No había escapatoria».

¿Y en los Juegos Criollos de 2003?

«Era entonces decano de la Facultad de Ingeniería Eléctrica y convocaron a un maratón masivo. Yo corría unos 5 km tres veces a la semana, y el trayecto competitivo estaba previsto desde la zona de El Gigante hasta la Universidad. Cuando llegué al punto de partida solo encontré a tres profesores de Educación Física y unos diez estudiantes del equipo de atletismo. Nadie más. No me quedaba otro remedio que participar, y ni hablar de los resultados. No fui el último en llegar porque uno de los estudiantes se lesionó durante la carrera y concluí en la penúltima posición».

Entre tantos distintivos, ¿cuáles no dejaría de mencionar?

«Las órdenes Frank País de I y II grados, y la orden Carlos J. Finlay, conferidas por el Consejo de Estado; la categoría docente especial de Profesor Emérito de la UCLV y la de Académico de Mérito de la Academia de Ciencias de Cuba (ACC)».

¿Cómo ve Lorenzo Ginori a Lorenzo Ginori?

«Alguien que ama su profesión, que trata de darlo todo sobre la base de ser cada día mejor persona, y el que desea años de lucidez para formar a las nuevas generaciones y a los científicos. «Un cubano que comparte las realidades de su país y vive con la intensidad de su tiempo. Quien ve en el futuro un reto y un compromiso de entregarle las mejores cosas para contribuir a que resulte exitoso. Ah…, y quien seguirá viendo el tren universitario como el medio disponible para llegar a mi primer y único centro de trabajo: la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas».

Por Ricardo R. González / Tomado de Vanguardia

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