Al intervenir en la Mesa Redonda, el director general del Centro de Inmunología Molecular (CIM), Eduardo Ojito Magaz, recordó que esta institución se involucró en la lucha contra la COVID-19 desde el comienzo mismo de la pandemia. 

Ojito Magaz explicó que el primer producto que se tuvo como candidato para ser utilizado por los médicos cubanos en el tratamiento a la COVID-19 fue el anticuerpo monoclonal anti-CD6 o Itolizumab, desarrollado en un principio para combatir la Leucemia Linfocítica Crónica y el linfoma cutáneo de células T.

Pero es en la comprensión de los productos y los pacientes, así como en la investigación de los científicos que se le buscan otros nichos a este fármaco, y permite que se emplee hoy también en el tratamiento de la psoriasis y la artritis, así como en la COVID-19, precisó.

Según explicó el experto, el segundo producto del CIM que forma parte de los protocolos cubanos para el tratamiento del paciente grave con el virus SARS-Cov-2 es la Eritropoyetina humana recombinante.

Este medicamento se utiliza desde hace 20 años en el sistema de salud cubano, por sus amplios beneficios en el paciente nefrológico como cardioprotector y citoprotector.

La ventaja de estos productos —señaló— es que cuentan con grandes capacidades de producción y sistemas de gestión de calidad, además de ser fiables y seguros.

Ojito Magaz se refirió a otro de los productos desarrollados por el CIM desde hace dos décadas y que actualmente se utiliza en el tratamiento de los casos graves de con COVID-19. Se trata del Leucocin, empleado en la terapia de pacientes sometidos a quimioterapia.

El director apuntó también que dichos productos forman parte de la cartera de exportación de BioCubaFarma, con lo cual la nación tiene garantizada la soberanía del paciente grave con COVID-19, y la capacidad exportadora que el país necesita hoy más que nunca.

Acerca de la experiencia del CIM en el combate a la pandemia, la doctora Tania Crombet Ramos, directora de Investigaciones Clínicas del centro, explicó que para ese colectivo ha sido un gran privilegio trabajar con otros investigadores, especialistas y el resto de los profesionales de la salud, “en la primera trinchera contra la COVID-19”.

La destacada científica explicó que el CIM desarrolla protocolos de investigación con tres productos propios, de los cuales el más importante es la molécula anti-CD6, que es un marcador de activador de linfocitos T.

“Se sabe que en esta enfermedad hay varias fases pero, en su última etapa, prevalece la inflamación sistémica, que es lo que hace daño al paciente. Nosotros sabíamos que esta molécula, desarrollada originalmente para leucemias y linfomas, tenía un rol en el control de la inflamación a gran escala, y es por ello que se estaba usando hace muchos años en la psoriasis severa y la artritis reumatoide”, añadió.

De igual manera, apuntó que“incluso fuera de Cuba, se está usando en ensayos clínicos en EE.UU en asma severa, nefritis lúpicas, en la prevención del rechazo de trasplante. O sea, sí sabemos que esta molécula reduce la inflamación, que tiene un rol muy importante en la patogenia de la enfermedad”.

Desde el pasado 27 de marzo comenzó el tratamiento a los pacientes, y en la actualidad ya se contabilizan pacientes tratados en 10 hospitales de 9 provincias del país. “Esto nos permite tener un alto nivel de evidencia del desempeño del producto en esta etapa de la enfermedad”, informó.

Crombet Ramos aseveró que los resultados preliminares del ensayo clínico son muy alentadores, pues de 77 pacientes, se reporta una alta proporción que ya ha egresado de las terapias intensivas y los hospitales.

“Estamos también haciendo un esfuerzo grande por recopilar el resto de la información; no solamente tenemos interés en conocer la tasa de mortalidad, sino también cómo impactó en el distress respiratorio, en los parámetros de la gasometría y los imagenológicos”, destacó.

La experta aseveró que en las mediciones iniciales en pacientes, se sabe que el monoclonal del CIM impacta en la reducción de las concentraciones de citoquinas.

Precisó que los ensayos con la Itolizumab son liderados por un equipo de Villa Clara, conducido por el profesor Armando Caballero, quien acumula una vasta experiencia en el uso del medicamento y propone que no solo se use en el paciente grave o crítico, sino que se adelante el uso en el paciente de cuidados, con alta probabilidad de pasar a grave o crítico.

“El protocolo cubano para el tratamiento del paciente grave o crítico es muy bueno y mantiene el uso de los medicamentos antivirales, la caletra, la cloroquina, y también se incorporaba la Eritropoyetina y los anticoagulantes”, informó.

La doctora agregó que otro de los productos del CIM utilizados en el combate a la COVID-19 es la Eritropoyetina, medicamento con 20 años de experiencia, y que ha sido usado para el tratamiento de la anemia por insuficiencia renal en el paciente en hemodiálisis, así como en otros casos.

“La intención de usarla ha sido para mejorar el transporte de oxígeno o la hipoxia del paciente. Esta favorece la oxigenación y tiene un rol en la protección de los órganos que se pueden dañar como consecuencia de la isquemia, por lo que permite cuidar el riñón, los pulmones, el corazón y el sistema nervioso”, precisó.

Aunque internacionalmente se trata de un medicamento costoso, la experta recalcó que la industria biofarmacéutica cubana cuenta con la capacidad para producirla.

De conjunto con el Instituto de Hematología e Inmunología —mencionó—, se trabaja en un tercer protocolo de investigación frente al nuevo coronavirus. Se trata del factor estimulante de colonias granulocíticas, usado habitualmente en pacientes con leucopenia, y para expandir las células madres en los trasplantes de médula ósea.

De acuerdo con Crombet Ramos, esta molécula permitirá la expansión de las células madres, aunque la intención es que se haga una terapia regenerativa del daño pulmonar potencial que pueda haber quedado en pacientes recuperados.

Revertir la fibrosis pulmonar y regenerar el tejido dañado es el objetivo de este proyecto, explicó la investigadora.

Sobre el intenso trabajo que llevan los científicos del CIM de la mano de intensivistas y médicos cubanos, Crombet Ramos manifestó que se trata de un enorme aprendizaje.

“En cada hospital de Cuba hay un equipo de lujo. Ha sido todo un reto porque los médicos de las terapias intensivas no son el profesional con el que hemos hecho investigación históricamente”, concluyó.

Con información de Cubadebate