El Dr. C. Ángel Rubio González define su relación con la UCLV como una historia de amor. El romance comenzó en 1962, cuando Fidel llamó a los jóvenes a cosechar café en Oriente. Los muchachos de Las Villas se reunieron en esta Universidad, y entre tantos adolescentes estaba él, con 12 años.

El campus sedujo a Rubio cuando todavía estudiaba en una secundaria de Aguada de Pasajeros, y lo obligó a regresar en 1967, como estudiante de la Facultad de Tecnología, convencido de desarrollar aquí su vida profesional.

La etapa estudiantil de Ángel Rubio transcurrió entre el aula y el surco. El trabajo voluntario en las zafras azucareras lo curtió como revolucionario, mientras la docencia lo convertía en Ingeniero Mecánico.

En quinto año de la carrera asumió el secretariado de la UJC de trabajadores en la Facultad de Tecnología, otro reto político que le garantizó un lugar en la UCLV una vez graduado. Y cual loco enamorado de la Universidad, combinó pedagogía, investigación y dirección para verla crecer.

Inicié como profesor del Departamento de Energía. Fui el último director de la Escuela de Mecánica y el primer Decano de la Facultad de Ingeniería Mecánica cuando en 1976 se creó la nueva estructura. Fui en ese momento el decano más joven de Cuba, con 26 años”.

En 1992 se convirtió en el director fundador del actual Centro de Estudios Energéticos y Tecnologías Ambientales (CEETA), en la Facultad de Ingeniería Mecánica; aunque el cargo de Vicerrector de Investigación y Posgrado le impuso un receso de 15 años a su labor frente al Centro.

De su vida en esta casa de altos estudios, dos momentos especiales guarda Rubio. Mientras cursaba el tercer año de la carrera pasó siete meses en la zafra del 70 (conocida como Zafra de los Diez Millones), en el central Ciudad Caracas, de la actual provincia de Cienfuegos. “Fue una extraordinaria experiencia técnica y política, de vinculación con obreros y de sentir que estábamos en la primera línea de combate de la Revolución en ese momento”.

Otro período inolvidable fueron sus dos años como Jefe de la Misión de Educación Superior en Nicaragua. “El país estaba en guerra y, aunque éramos profesores, había que estar cada día listo para empuñar las armas si era necesario. Era hermoso, emocionante y comprometedor, ver un pueblo hermano luchando por su vida, por su futuro. Fue también una experiencia política de alto valor”.

Rubio agradece a la Universidad la formación como revolucionario, la profesión y la oportunidad de servir a la Patria, pero la modestia no le permite reconocer el aporte recíproco. Solo insiste en el amor eterno e incondicional que le ha profesado por más de 50 años.

“La llevo en el corazón y la amaré siempre. Me enamoré de ella cuando tenía 12 años y ella 10, fue la primera vez que la vi, éramos dos niños, hoy yo soy un adulto mayor y ella es una bella joven. La Universidad es mi ALMA NOVIA.

 

Fuente:

Bonilla Pérez, M. (2017). Hombre de ciencia y conciencia. Recuperado de https://www.uclv.edu.cu/hombre-ciencia-conciencia/

 

Por: Mónica Sardiña Molina