Por estos días circulan en las redes, en la televisión, la radio y otros medios, incontables rostros que revelan a personas de nuestro país que, en él o fuera, se desempeñan en distintas misiones y que me hacen recordar la sentencia martiana que dice:

«Los hombres crecen, crecen físicamente, de una manera visible crecen, cuando aprenden algo, cuando entran a poseer algo, y cuando han hecho un bien» (José Martí, 1875).

Corre también que, esos hombres que se agigantan por todo lo que conocen, transmiten y emplean en cada centro u hospital haciendo el bien para detener la pandemia que azota al mundo, son aplaudidos todos los días a las 9:00 p.m. Unos aplauden a sus familiares médicos, otros a sus vecinos también médicos; se han pedido aplausos para el personal de limpieza de los hospitales, para los que transportan a enfermos o al personal que sale todos los días a trabajar y así cada uno se propone cómo compartir esos aplausos del final del día.

Yo he querido dedicar los míos a todos, a CUBA y en especial, los de estas últimas noches y este pequeño homenaje a los profesores y otros trabajadores de la UCLV que ahora mismo se encuentran en el centro de aislamiento de la Sede Varela de nuestra institución. Mi motivación ha sido la comunicación personal con un joven profesor, colega y que fuera mi alumno hace más o menos una década, que se encuentra en labores en estos días en ese centro.

Profesor de Literatura latinoamericana, casi culmina su maestría en Estudios teóricos y metodológicos del español actual, activo participante del trabajo en las redes sociales, dirigente en las Brigadas Técnicas Juveniles de nuestra Facultad de Humanidades, miembro de la Asociación Hermanos Saíz de la provincia y, que ahora mismo, además de trabajar en el centro de aislamiento haciendo lo que para él como para Martí constituye hacer un bien, crece y participa en los debates del Premio de investigación «Memoria Nuestra», que cuenta con debates online este año y que siempre se celebra como parte de las Romerías de mayo.

Porque lo recibí como profesora principal en su primer año cuando él comenzaba la carrera de Letras y lo he visto crecer y conozco bien su naturalidad, su humildad, «y porque amo la sencillez, y creo en la necesidad de poner el sentimiento en formas llanas y sinceras», como dijera nuestro Apóstol José Martí, quiero hoy aplaudir por Alejandro Castro Rodríguez.

Por: Adriana Pedrosa Ramírez