Cerca de la ciudad de Santa Clara se levanta una figura de bronce como elemento identificativo de la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas (UCLV). Precisamente, este elemento de mirada fija y penetrante inmortaliza a la santaclareña Doña Marta Abreu de Estévez, hija ilustrísima y benefactora de este terruño.
Bien temprano en la mañana el pitazo del tren universitario y la llegada de los primeros ómnibus marcan el comienzo de una nueva jornada de estudio y trabajo. Desde su sitio, esta mujer contempla el paso de estudiantes, docentes y de todos los que sienten esta alma mater como su segunda casa.
Y allí, en cada rincón de nuestra multidisciplinaria universidad las ves. Frente al pizarrón en la docencia universitaria, desde su posición de estudiantes, observando a través de un microscopio fenómenos físicos, químicos, biológicos, decanas, vicedecanas, vicerrectoras, y en disímiles ocupaciones más, prestigiando el nombre de esta institución. Históricamente, desde cualquier posición y en cada frente en el cual han tenido que desempeñarse nuestras féminas, han dado muestras de singular entrega y compromiso.
Casi cae la tarde y el astro rey se va escondiendo tras la patrimonial arquitectura de la UCLV. Nuevamente, una señora contempla como el campus que la rodea va quedando prácticamente vacío. Las puertas de aulas, laboratorios y oficinas se van cerrando, sabiendo que a tan solo horas volverán a ser abiertas para la formación de los futuros profesionales, descubrir nuevos sueños o dirigir complejos procesos.
Pudiéramos pensar que ya terminó el día para las herederas de nuestra Marta, lo cual no es así. Al llegar al hogar, nuevas tareas tendrán que enfrentar quienes, con su accionar diario, se convierten en seres imprescindibles para la vida de muchos.
Sirvan estas breves líneas para homenajear a todas las mujeres de nuestra casa de altos estudios, dignas hijas de Doña Marta.
Por: Anibal Hernández González, estudiante de primer año de Comunicación Social