De la grandiosa memoria de Fidel nunca se dudó.  Corría septiembre de 1996, el comandante y su equipo visitaban el IBP para conocer la marcha del centro en la investigación y la generación de productos. Para recibirles, estaba entre otras personas Manuel Alejandro de Ferias Silva. Antes de que se dijese algo, Fidel se dirigió a él: científico, ¿qué tal? ¿cómo está el tema de las biofábricas?

En el año ’92 en el Congreso de la Juventud, este joven sostuvo un intercambio con Fidel sobre el tema de la construcción de biofábricas en el país. De cuánta atención le había prestado, se habría dado cuenta después de cuatro años, cuando lo recordó. Para él fue una experiencia impactante.

Como Secretario del Partido en el Instituto acompañó el recorrido. El director de la sede en aquel momento le explicaba el desarrollo de todas las investigaciones y los programas para la obtención de semilla de papa con categoría original; que era el encargo que encomendó Fidel desde la creación de Instituto. La instantánea enmarca el encuentro. Él estaba detrás de Fidel, pero muy cerca. Su cara de atención y su camisa a rayas le mereció contar lo sucedido.

Su generación siempre lo tuvo como ídolo. Hoy el Dr.C, el investigador titular Manuel, lo recuerda. Reconoce que Fidel es una de las grandes personalidades en el mundo. Que haya sido nuestro presidente, que haya sido cubano y conocerle personalmente, lo llena de emoción.

Aquel 25 de noviembre, no estaba en Cuba y no podía creer lo que se decía. Con lágrimas en los ojos, Manuel exclamó: “fue fuerte, muy fuerte”. Con orgullo mira la foto en su ordenador y valora la persona de alcance que fue Fidel, de una amplia visión, de un pensamiento profundo. Vive por su ejemplo y aboga por que las nuevas generaciones, que ya físicamente no lo podrán conocer, lo estudien.

“Se dice que con el tiempo se olvidan las memorias. Lo que no se puede olvidar es la historia de él como cubano, su sentir, su justeza”, expresó.

Por: Lisset Domínguez Valdivia