Por: Chábeli Rodríguez García, Carlos D. Quiroga Morejón, Samuel Ernesto Viamontes y Yordany Lugo López

Fotos: Yordany Lugo López y Carlos D. Quiroga Morejón

Mayo nace con una efeméride hecha festividad y tradición en Cuba como en ningún otro país. Dicen los más viejos que es bueno mojarse con la primera llovizna de este mes porque nos pone bonitos. Así, temprano en la mañana del día primero, cae sobre la plaza el torrente obrero, bañándose Santa Clara en un aguacero de colores. La creencia popular se hace cierta: la ciudad se vuelve más hermosa.

Los bloques se van conformando de a poco por sus trabajadores y pronto la multitud se impregna de buenos ánimos. Algunos van con sus hijos de manos, otros levantando pancartas o alzando banderas. Todos los sectores esperan su turno para marchar, auxiliándose de iniciativas ocurrentes para hacerse un lugar en el variopinto desfile.

Cualquiera que haya asistido a una actividad por el primero de mayo sabe que caminar contrario al paso del gentío, se hace difícil. Fuimos contra la corriente, pidiendo permiso entre la aglomeración y atestiguando la algarabía. Así en la diversidad de nuestro pueblo, encontramos desde los trabajadores comunes hasta los personajes más peculiares.

Marchar a pasos pequeños:

Su cara dibujaba una sonrisa, su cuerpo lucía un pequeño uniforme de enfermera e iba de mano con otra niña aun más pequeña. Su boca cerrada indicaba que tendríamos que sacarle las palabras, sin embargo, venciendo la timidez propia de la edad, nos dijo:

«Vengo a desfilar porque es un día muy especial. Estoy aquí con mis padres y nunca me pierdo un desfile. Cuando sea grande quiero ser doctora al igual que mis papás».

Más adelante, en medio del mar azul, blanco y rojo,  nos impresionó una oleada de amarillo y negro: las niñas de la Colmenita villaclareña también vinieron a desfilar. Una pequeña criolla, de caribeña sonrisa, respondió elocuente nuestras preguntas.

«Es un honor desfilar hoy, acompañando a nuestros padres y profesores. En un futuro, seremos la vanguardia de los trabajadores de la cultura y cuando llegue nuestro momento desfilaremos reafirmando nuestros valores y convicciones. Hoy, cuando pasemos frente a la tribuna, cantaremos y bailaremos, para alegrar así la fiesta de los obreros cubanos».

Para curiosos, un desfile:

Orgulloso, como quien lleva un tesoro, un trabajador de la dulcería La Suiza trasladaba un enorme cake. En el merengue estaban dibujados el grado de comandante y una alusión al primero de mayo. Nos acercamos a quien, con su carga, «endulzaba» el desfile.

«Estamos aquí en representación del sindicato de la industria alimentaria. Al acabar el acto nuestros trabajadores disfrutarán del cake, porque la fiesta continúa. La empresa asumió la elaboración del pastel y es costumbre tener iniciativas así en estas fechas».

Por la Empresa de Flora y Fauna, desfila Magay. No es tan bulliciosa como el resto de los trabajadores, tal vez se deba a que es un majá, lo último que pensarías encontrarte en un desfile por el primero de mayo. Provoca curiosidad el reptil en los hombros de su dueño. El animal no escapa de las miradas de todos.

«No es una serpiente como todos dicen, es un majá de Santamaría, endémico de Cuba, que puede medir hasta 5 metros de largo ― aclara su cuidador ― Esta tiene 17 años, está domesticada y es un símbolo de la fauna nacional. Se llama Magay y desfila todos los primero de mayo. No se preocupen que no muerde, es muy mansa y no hay peligro de que se escape. Nuestra empresa siempre trae todo tipo de animales al desfile».

Desde su carruaje nos invitó a montar. Con ruedas y herraduras, el cochero se abría paso entre la gente, lo acompañaba su caballo adornado con globos de colores.  Mientras los demás desfilaban a pie, el lo hacía sobre su calesa. La conversación fluyó desde el interior del coche.

«Pertenezco al complejo Los Caneyes y estoy aquí para cumplir con la Revolución y mi organismo. Desde el año pasado presentamos esta iniciativa, somos tres calesas o coches coloniales. Nuestros caballos son animales mansos que están acostumbrados a las personas, trabajamos con el turismo y el cliente necesita un animal tranquilo, así que no habrá problemas y será un bonito espectáculo ver a los coches entrar en la plaza».

El mundo va a la plaza:

Eran un grupo de estudiantes universitarios, pero no pertenecían a la FEU, ni compartían nuestra casa de altos estudios. Venían desde Edimburgo, Escocia y contagiados de alegría, hablaron con nosotros en una mezcla de idiomas.

«No vinimos específicamente por la fecha sino a un Máster de Medio ambiente y Desarrollo que por dos semanas se ha venido celebrando e incluye nuestra participación en el desfile. En Escocia no celebramos el primero de mayo. Aquí todo es muy grande, hay demasiadas personas, me siento pequeña ante la magnitud del pueblo cubano reunido. Es una experiencia irrepetible ― nos comenta una de las participantes foráneas.

Llegaron desde Suramérica, el mate las delataba. Disfrutaban de un primero de mayo que en su país no alcanza la misma magnitud otorgada por los cubanos a la fecha. Una de ellas venía en representación de los trabajadores uruguayos.

«Vengo por el PIT-CNT, la central uruguaya de trabajadores a compartir este día con ustedes. Durante tantos años de militancia ha sido mi sueño, ahora cumplido, festejar el primero de mayo aquí en Cuba. Estoy emocionada de ver la organización desde los días previos. En mi país todo es diferente, ver toda la gente que viene a celebrar es una experiencia única. Allá participamos en reuniones y actividades pero carecemos de la unidad y la fiesta de pueblo que ustedes tienen y que quisieramos tener porque se nota el júbilo de este día. Me emociona mucho estar aquí».

Cuando termina el desfile y todos regresan a sus casas, lo hacen convencidos de que este día ha sido diferente al de cualquier otra parte del mundo. El desfile en Cuba, es mucho más que la multitud aglomerada o que la marcha en defensa de nuestros ideales, el primero de mayo es el rostro de cada trabajador cubano.

Jennifer vino desde Uruguay a marchar con los cubanos.

Cientos de jóvenes de todas las latitudes llegan a nuestras plazas cada primero de mayo.

 

No faltaron las iniciativas: hasta los animales desfilaron.