Este 22 de junio se cumplieron 160 años de la muerte del insigne pedagogo y patriota cubano José Cipriano Pío Joaquín de la Luz y Caballero. Para nosotros no queda más que rendir tributo a una figura que llevamos más cerca de lo que pensamos, estudiantes, profesores y trabajadores de la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas (UCLV) . Y es que con el nacimiento de nuestra alma mater, los fundadores incluyeron su famosa frase en el escudo de la naciente universidad: «solo la verdad nos pondrá la toga viril» (Veritate Sola Nobis Imponetur Virilis Toga).

 José de la Luz y Caballero (La Habana, 11 de julio de 1800 – La Habana, 22 de junio de 1862) fue uno de los más destacados filósofos cubanos del siglo XIX, maestro por excelencia y formador de conciencias engrandecedoras de la nacionalidad cubana. Adquirió parte de la sabiduría de Félix Varela y Morales y José Antonio Saco, y se relacionó con destacadas figuras de la intelectualidad cubana.

Martí lo detalló en el periódico Patria cuando recordó el valor de su obra precursora al exponer: «Él, el padre; él, el silencioso fundador; él, que a solas ardía y centelleaba, y se sofocó el corazón con mano heroica, para dar tiempo a que se le criase de él la juventud con quien se habría de ganar la libertad que solo brillaría sobre sus huesos».

De la Luz y Caballero nos legó Aforismos, pinceladas que escribió durante su vida, con datos y observaciones relacionados con todo lo que le llamaba la atención: sus pensamientos religiosos, patrióticos, científicos y humanos.

Su labor pedagógica fue invaluable: Director del Colegio de San Cristóbal de La Habana (donde inauguró la Cátedra de Química), profesor de Filosofía, fundó el Colegio del Salvador, ofreció su biblioteca personal para impartir docencia, siempre acompañado de profundos valores humanos y con la utilización de métodos modernos de investigación. El deber del Maestro era, para él, habituar a los alumnos a que pensasen por sí mismos. Consideraba que el punto de partida del conocimiento eran la experiencia y la observación, y que el método experimental, además de ser el único productivo, era también el verdaderamente analítico y el cual podía denominarse científico.

Su fallecimiento en La Habana, produjo una consternación general en todo el país, se cerraron las escuelas durante tres días en señal de luto.  Desaparecía uno de los más extraordinarios educadores, hombre de convicciones profundas e inspirador de jóvenes pensadores, dejándonos el más bello legado, su magisterio. Profesión tan hermosa, por la que optan cada día jóvenes cubanos con la misión de enseñar y educar a las nuevas generaciones.