La ONU estableció el 20 de mayo como Día Mundial de las Abejas. ¿Por qué esta fecha? Pues coincide con el aniversario del nacimiento de Anton Janša, un esloveno del siglo XVIII, pionero de la apicultura moderna, apasionado por estos animales y su increíble capacidad de trabajo sin supervisión.

Aunque estemos familiarizados solo con algunas cuantas, la verdad es que existen más de 20 000 especies de abejas registradas hasta la fecha, las cuales se ubican para su clasificación en un grupo que los zoólogos catalogan con el bello nombre de Anthophila (gr. “que aman las flores”).

Se encuentran cubriendo prácticamente todos los hábitats en los que encontramos plantas con flores, excepto Antártida. Apis mellifera es la más conocida de todas, a la que nos referimos normalmente cuando hablamos de “abejas”. Se trata de una especie social que forma grandes colonias donde destacan tres tipos de individuos; reina, obreras y zánganos.

Tal parece que evolucionaron hace unos 100 millones de años aproximadamente y que comparten un ancestro común con las actuales avispas. De hecho, es muy posible que los ancestros de nuestras actuales “amantes de las flores” fueran carnívoros, alimentándose del polen que cubría a sus presas, y que eventualmente hayan preferido la dieta del polen para sus crías. Sin duda un “pasado oscuro” para unos insectos a los que, al menos un gran porcentaje de nosotros, consideramos si no bellos, al menos útiles. Digo, ¿a quién no le gusta la miel?

Todo lo anterior no es nada trivial conocerlo. El pasado año muchos investigadores coincidieron en que se trataba de los seres más importantes de nuestro planeta, o al menos de los más importantes para nosotros. Un informe de Greenpeace reflejaba cómo entre el 60% y el 90% de los alimentos que consumimos necesita la intervención de polinizadores (abejas incluidas) para reproducirse. Tal es así, que la sostenibilidad alimentaria humana podría verse en juego si las abejas se desplazasen de sus hábitats normales, algo que parece estar ocurriendo ahora mismo, unido a una marcada disminución global en su población, según el Instituto de Vigilancia de la Tierra.

Por ponerlo de una forma aún más sencilla, sin las abejas del mundo tendríamos que cambiar drásticamente nuestros hábitos alimenticios: sin flores, sin frutas, sin verduras. Eso sin mencionar que semejante disminución en la biodiversidad desencadenaría un efecto dominó sobre todas las otras especies del planeta.

Por todo lo anterior, a lo que se une la actual situación global relacionada a la pandemia de COVID-19 (con repercusiones innegables en el sector apícola), es que este año el Día de las Abejas se centrará en la producción apícola y en promover las buenas prácticas en este campo. El lema, “Compromiso con las abejas”, promueve el uso de técnicas tradicionales y de la apicultura trabajando en pos de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Debido a la actividad humana los polinizadores en general se encuentran en serio riesgo de extinción, debido principalmente a prácticas agrícolas intensivas, mal uso de la tierra, pesticidas, especies exóticas y el conocido cambio climático.

¿Qué hacer ante esta situación?

Un día como hoy puede ser un buen momento para comenzar a actuar. Compra solo miel sin refinar, o productos a agricultores que usen prácticas sostenibles.

Ayuda a proteger las colonias silvestres de abejas que encuentres, deja un cuenco poco profundo con agua limpia y piedras o palos para que las abejas beban y no se ahoguen, ayuda a evitar la deforestación y, sobretodo, a crear consciencia sobre este problema con los que te rodean.

Así evitamos un mundo sin abejas, que, en la práctica, sería un mundo mucho menos diverso que el que hoy tenemos.

Por: Manuel Soto Fexas, Profesor del Departamento de Biología de la UCLV