Delvis, Pausa y Chapi ya están de regreso en sus casas, luego de 14 días en el centro de aislamiento en la Sede Varela de UCLV cumpliendo múltiples tareas, y tras otro período de dos semanas de vigilancia, por si acaso algún peligro; hoy disfrutan de nuevo del ambiente familiar.

Estos tres trabajadores de la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas fueron de los primeros en sumarse a la tropa de la Casa de Altos estudios para laborar en el Centro de aislamiento contra el coronavirus en la sede de las Facultades de carreras de educación.

A pesar de los peligros, del temor o incluso de la edad de algunos de ellos, no dudaron en ofrecer su aporte a la lucha sanitaria que vive Cuba y el mundo.

 “Asumimos el reto como una tarea difícil y riesgosa, pero que significaba la protección de nuestra población y por tanto no podíamos hacer menos que colaborar y trabajar” – destaca el MSc. José Mario Rodríguez (Chapi), secretario del Buró Universitario Sindical y uno de los miembros del primer grupo.

Desde un inicio se entendió que la lucha contra el coronavirus no es responsabilidad solo de los médicos, por ello el secretario del PCC en UCLV, MSc. José Luis Pausa López, también se incorporó al trabajo en el Centro de aislamiento. Nos cuenta Pausa, que se trata de un problema de salud que nos afecta a todos y cada cubano tiene el deber de aportar al enfrentamiento de esta pandemia. “Ese fue nuestro principal impulso, el compromiso con el país y con el futuro”.

Durante 14 días estos trabajadores realizaron labores de limpieza, recogida de desechos sólidos, cambio y entrega de ropas a los pacientes sospechosos de COVID-19. El Dr. C. Delvis del Pino López, Jefe de departamento de educación artística, narra que fueron días muy tensos vividos en la zona roja. “Los rigurosos protocolos sanitarios eran nuevos para todos y no teníamos una práctica amplia en estos desempeños, pero contamos con el apoyo médico del personal del Cardiocentro de Villa Clara, un colectivo de excelencia”.

“Fueron jornadas difíciles, pero al mismo tiempo hermosas porque más allá del cuidado constante, nunca perdimos de vista que los pacientes también eran seres humanos” – subraya el profesor Delvis.

Tras batas y nasobucos Chapi, Pausa y Delvis aseguraron todo tipo de servicios logísticos dentro del centro de aislamiento. Eran días intensos y de mucho ajetreo, donde la familia, en lo lejos, también jugó un rol fundamental.

El apoyo, la comunicación constante y el agradecimiento fueron de las cosas que no nos faltaron por parte de los seres queridos. Para Chapi el reconocimiento de la familia y de la comunidad estuvo en todo momento y resultó lo más gratificante de aquellas jornadas.

“Detrás de cada uno de nosotros – subraya Pausa – estaba una esposa, un hijo, toda una familia, que entendió el momento y asumió el reto, por ello, esta no es la historia de una persona”.

Según Delvis la familia fue la primera imagen del día para tomar las fuerzas y entregarse al trabajo dando lo mejor de sí. “Una familia muy grande, donde yo incluyo a personas sin vínculo sanguíneo, pero que también apoyan y fundan en uno los deseos de seguir adelante”.

Pero en esos tiempos complejos, desde la zona roja se generaron anécdotas e historias que marcaron la belleza de los momentos difíciles. José Mario recuerda cuando uno de los médicos del Cardiocentro, que laboraba con los pacientes, presentó síntomas y fue aislado. “Aquello conmocionó a todo el equipo, era una noticia fuerte. Más tarde conocimos que era dengue y no coronavirus”.

“Esa misma noche, que el doctor fue ingresado, nos reunimos el colectivo en silencio, a las 9:00 p.m. debajo de su cuarto, y comenzamos con ese aplauso reconfortante y alentador, para reconocer y dar confianza a ese colega. Fue un momento emocionante dentro del centro” – refiere Chapi.

Por otro lado, Pausa y Delvis coinciden en que la empatía creada entre el personal de atención y los pacientes fue excepcional. “Cuando uno pasaba por las habitaciones ya te esperaban y se sentía el agradecimiento en cada mirada detrás de un nasobuco” – describe Pausa.

“Nosotros éramos para esas personas aisladas como una cura de esperanza. Más allá de las medidas de seguridad establecimos vías de comunicación que nos permitieron ofrecer apoyo a los pacientes. Muchos de ellos al conocer que trabajábamos como profesores, reconocieron el humanismo y sensibilidad de la labor” – expresa Delvis.

Luego de días de duro trabajo, para estos valientes no hay descanso, pues ellos insisten en que ante cualquier otra tarea tienen toda su disposición. Los tres concuerdan que al terminar la pandemia habrá que entregarse en cuerpo y alma a la recuperación en los diferentes frentes, económico, social y el propio reinicio de las actividades docentes.

“El mensaje tiene que ser de confianza y optimismo, que vamos a salir adelante, para seguir construyendo el proyecto de país que hemos defendido” – señala Chapi.

Por su parte, Pausa considera esencial la unidad de todos los cubanos en momentos difíciles. “Juntos hemos llegado hasta aquí, juntos vamos construir el futuro, y el enfrentamiento y recuperación ante esta pandemia será con todos nosotros en el combate”.

“El coronavirus ha dejado elementos claros, cómo Cuba es capaz de brindar su solidaridad en medio de la epidemia, cómo nuestros médicos salvan vidas por todo el mundo, cómo las enfermedades no entienden de ricos o pobres y que debemos repensar nuestros modos de actuación hacia modelos más sensibles y humanistas” – acota Delvis.

Hoy, desde casa, ellos comparten con sus familias, recuerdan aquellos tiempos difíciles y hermosos a través de fotos y anécdotas, reflexionan de las lecciones que dejan fenómenos como el coronavirus, donde una cura de esperanza salva la vida de mucha gente.