Como si de una familia se tratara, una familia diversa y multicolor, 77 estudiantes universitarios que proceden de 21 nacionalidades del mundo, afrontan la adversidad que representa la COVID-19, en Cuba, desde la residencia estudiantil de la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas (UCLV).
Allí, en el edificio conocido como U-11, estos alumnos se sienten seguros, protegidos por la dirección de la Casa de Altos Estudios, y muy importante, por el personal que los atiende en la propia residencia estudiantil, sin ningún tipo de reparos.
Con ellos conversé acerca de sus historias familiares, sus vínculos con el pueblo cubano y las medidas que disciplinadamente asumen en estos tiempos extraordinarios.
Por ejemplo, Cristiano Alberto Kassinda es estudiante de Licenciatura en Derecho, en 5to año, y explica que en la residencia tienen el material de aseo necesario: disponen de detergente, jabón, soluciones cloradas, y aplican las medidas higiénico-sanitarias imprescindibles para reducir al mínimo el riesgo de contaminación.
Pero no solo se trata de medidas sanitarias, pues la información y la comunicación son importantísimas en momentos como este.
El también angoleño Antonio Víctor Mundombe, que estudia en el año terminal de la carrera Ingeniería Civil, reconoce que ello le abre una ventana al mundo, y por eso es priorizado por la dirección universitaria.
“Tenemos acceso a la prensa diaria, como ahora mismo, que tengo la edición de hoy del periódico Granma en mis manos. Tenemos internet las 24 horas del día y televisores para ver las mesas redondas, las conferencias de prensa y en general, estar actualizados. La universidad está haciendo un esfuerzo extraordinario”, puntualiza.
Panaque Da Silva, otro angoleño, también de 5to año de Licenciatura en Derecho, opina que el edificio U-11 se ha convertido en su hogar. Desde que llegaron a Cuba así lo han sentido, y ahora que el mundo enfrenta una difícil situación pandémica, con más fuerza sienten la residencia universitaria como su propia casa.
Mientras, el estudiante español de 4to año en la pasantía en Derecho y Ciencia Política, Pedro Martín Moreno, confiesa que, aunque no estén protagonizando ahora mismo una vida normal, los estudiantes han tenido varias iniciativas para ocupar su tiempo y su ocio, como realizar ejercicios físicos cerca o dentro de la beca, utilizar el internet para descargar todo tipo de documentación, y seguir educándose y formándose culturalmente.
“Para comunicarme con mi familia, utilizo las posibilidades ilimitadas que me ofrece el internet, aunque mi papá se mantiene un poco preocupado por mi salud, pues él no ha podido venir a Cuba a visitarme, como sí lo hizo hace un tiempo mi mamá, que corroboró cuán bien cuidado me encuentro aquí. Pero ya mi propio papá se ha ido convenciendo de que no hay un mejor lugar para atravesar la pandemia, que aquí, en una universidad cubana”, agregó.
El profesor José Antonio Marimón Carrazana, vicerrector de Extensión, Comunicación e Informatización de la UCLV, los vigila incesantemente, aunque el proceso docente- educativo haya recesado por ahora, y no solo se le han entregado módulos de nasobucos y de aseo para su cuidado.
“También se sigue insistiendo en que se trasladen a los lugares básicos dentro de la propia universidad: al comedor, a la panadería, la tienda, o al servicio médico permanente; así evitamos que tengan un roce directo con la población. Tenemos equipos de guardia que los visitan e interactúan con ellos, hemos mejorado su alimentación, y priorizamos también el uso continuo de internet, para que puedan comunicarse e informarse”, ratificó el vicerrector.
Caminando dentro de este imponente edificio de cinco pisos, en el interior de las habitaciones y compartiendo con ellos, no pude dejar de lado al personal de limpieza y de salud que todos los días hace más alegre y sana la vida de estos muchachos, que están alejados de sus familias.
Yolanda Alfonso Abello, jefa de sección del edificio; las camareras Mildrey González Reinoso, Migdalia Fleites Claro, y Yaresita Aguiar Martí; y la doctora Edenia Jiménez Alba, coinciden al afirmar que todas sienten a estos buenos estudiantes como a sus hijos.
Por eso, su labor va más allá del cuidado y mantenimiento de la beca: les ofrecen consejos, como ellas mismas confiesan, como si fueran sus madres. Además, la vigilancia médica se realiza constantemente, y el personal de salud se mantiene al tanto de cualquier infección respiratoria aguda o sintomatología sospechosa, para lo cual disponen de una atención médica inmediata.
Y no puedo terminar este reportaje sin antes mencionar el ejemplo que todos sembraron en mí, principalmente al saber que, en la noche, justo a las 9:00 pm, aún sin ser cubanos de nacimiento, todos los estudiantes aplauden al personal de salud, como mismo lo comprobé gracias al testimonio del estudiante angoleño de 4to año de Arquitectura, Plácido Paulo Kulaila, quien reconoce que ellos ya no se sienten extranjeros en Cuba: se sienten cubanos que han nacido en el extranjero.
Son estos algunos trazos que espero que a usted lo hayan conmovido, como lo hicieron conmigo cuando visité la residencia de los estudiantes extranjeros que afrontan la pandemia global desde Cuba, desde la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas. Aunque no pude verles completamente el rostro, porque todos nos protegíamos lógicamente con nasobucos, sé que debajo escondían una esbelta sonrisa, y es lo mejor que me llevo de mi visita a la UCLV. Es una historia de amor y solidaridad, que ni cien coronavirus pueden destruir.