Por Javiel Fernández Pérez            

Habla de cada hecho histórico cual protagonista. Así se pasea desde la Comunidad Primitiva hasta el detalle más escondido de la historia Patria, como dueño indiscutible de un imperio al que llama clase, un espacio que respeta con la preparación constante, ahí, dice, está la clave del éxito.

Puede caminar a ojos cerrados el edificio fundacional de la UCLV, donde comenzó sus estudios de Profesoral Secundaria en el año 1968 y egresó en 1974; recuerda como en ese tiempo alternó el estudio con las veinte horas de trabajo semanales incluidas en su formación. Y de ahí, de la U de inicios de la Revolución, recuerda con especial cariño a los profesores Dr. Juan Virgilio López Palacio y Dra. Selva Dolores Pérez Silva, quienes mucho tuvieron que ver en el profesor que es hoy. De ahí partió también a algún campo cuando la zafra del 70 para empuñar la mocha, probablemente cerca de Manicaragua, la tierra donde vino al mundo en el año 1951 Víctor José Almanza Tojeiro, Máster en Ciencias y Profesor Auxiliar del Departamento de Historia de la UCLV.

El amor por la historia viene desde noveno grado, como desde entonces viene la pasión por enseñar forjada al ofrecer clases de Historia de Cuba en un aula de séptimo grado, en la Escuela Secundaria Básica José Martí de Santa Clara.

Aunque disfruta impartir todas las etapas de la Historia Universal y de Cuba, sus gustos recaen en la Historia de América y toda su admiración en las figuras de Simón Bolívar y José Martí.

Cuando en el primer año de este siglo Víctor Almanza regresó a la UCLV como profesor de Historia, tenía un buen camino recorrido que incluía las instituciones de Educación Superior de la provincia de Camagüey adonde lo enviaron recién graduado, la provincia de Ciego de Ávila y el otrora Instituto Superior Pedagógico “Félix Varela”, sitio donde quedó buena parte de su vida profesional y donde trabaja también su esposa, la que lo ha acompañado siempre en cada empeño y con quien ha sido capaz de fundar y sostener una familia de dos hijos y dos nietas.

Víctor pudiera estar en casa, pero a la vuelta de 66 años ha decidido seguir frente al aula mientras tenga fuerza y aliento, aquí es más útil, y él, un hombre que creció con la Revolución a la que muchísimo agradece, no es un hombre de estar con los brazos cruzados.

Con la historia de la Patria en las venas y toda una vida rodeado de jóvenes tiene como nadie las herramientas para hablar del futuro de la Revolución y de Cuba, él se lo confía a los jóvenes y dice que la clave está en una buena dirección para la que apuesta en primer lugar por Díaz-Canel y por el canciller Bruno Rodríguez Parrilla.

El Doctorado en Historia es una deuda personal y visitar Baracoa un deseo latente, como regresar a Chile, a aquel pueblo de la costa del Pacífico testigo del conflicto chileno-boliviano donde Víctor admiró las banderas que legitimaban el dominio sobre el pedazo arrancado a Bolivia.

Venezuela también lo acogió como docente, y aunque Víctor invita en sus clases a visitar cada rincón del planeta para caminar sobre la historia, sus pies están aquí, bien plantados sobre la tierra cubana, y su mirada en un futuro que necesariamente corresponde a los jóvenes, a esos que desde una pedagogía que transgrede el espacio de la clase provee de herramientas para interpretar el pasado y comprender el presente.

Así es Víctor, un ser que establece una conexión especial con sus estudiantes, los que desde cualquier parte del mundo preguntan por él e instan a disfrutarlo. Eso de que lo recuerden siempre con cariño y respeto es el mejor alimento para sus días por venir.