Lo indecible es lo que aguarda a quienes tratamos de describir a una mujer que ha dedicado su vida al estudio de nuestra lengua.

No intentaré, por tanto, describirla. No se puede abarcar lo inagotable.

Me acerco, con sumo respeto, al amor por nuestra lengua, por su estudio y su enseñanza, que han marcado el destino de esta mujer amable.

Sean las propias palabras de Gema Valdés Acosta las que nos ayuden a redescubrirla en toda su admirable dimensión, una vez más.

Su amor por la lengua materna: la decisión de vivir para estudiarla

Mis padres incidieron de forma directa pues la lectura era muy estimulada como actividad cotidiana. Mis regalos preferidos eran libros y disfrutaba mucho de las lecturas antes de dormir. Esa costumbre amplió mucho mis gustos que actualmente son muy amplios y, a veces, contradictorios.

Tuve en Enseñanza Media muy buenas profesoras de Gramática, pero mi inclinación se definió en primer año de la carrera de Letras cuando estudié Lingüística General. El enigma de cómo una sola ciencia podía estudiar a todas las lenguas del mundo todavía me hace estudiar. Y cuando veo las discusiones sobre nuestra lengua materna y los distintos criterios sobre el uso de determinadas elecciones se despiertan todas mis neuronas para decir: “debemos cuidar entre todos este patrimonio.”

El estudio del idioma me ha permitido ampliar extraordinariamente la comprensión del espectro de variación en las formas de comunicación. El estudio de cómo cada hablante, de acuerdo a sus necesidades comunicativas, es capaz de manejar un arsenal amplio de su lengua, diferente en cada ocasión, es un acto casi de magia lingüística.

Nuestra lengua materna es un patrimonio cultural heredado de generación en generación. Con la lengua expresamos nuestras ideas, sentimientos, deseos, incluso nuestra ira y enfado. La lengua es el alma de los pueblos y su testigo de época más fiel. Tiene una creatividad extraordinaria para expresar las nuevas realidades que van surgiendo con las experiencias de cada sociedad. ¿Cuántas palabras no han surgido o se han puesto en mayor uso con la pandemia? La lengua es un pozo infinito para resolver cualquier necesidad comunicativa, pero hay que saberla utilizar bien porque si nos equivocamos, el error nos marcará socialmente.

La enseñanza de la lengua en la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas

Cuando estaba en segundo año de la carrera hubo un gran éxodo de profesores y convocaron a un grupo de estudiantes para dar clases, así que di clases a primer año cuando estaba en segundo. Fue un comienzo violento y sin motivación, fue una tarea de choque de mi generación. Sin embargo, ahora no puedo vivir sin el aula, es lo más preciado que me ha quitado la COVID. He impartido más de 20 asignaturas en las carreras de Letras, Lengua Inglesa y Periodismo. Las más reiteradas han sido Lingüística General I, II y III, Sociolingüística, Lingüística Afrohispánica, Historia de la Lingüística, Lexicografía y Semiótica. Oficialmente comencé el primero de marzo de 1972, así que saquen cuentas.

Todos estos años en la UCLV

Lo han significado todo. Lo que soy se lo debo a la Universidad, he pasado más tiempo en los pasillos del edificio de la U que en mi casa. La UCLV es como mi familia, nunca hablo mal de ella y le perdono los malos ratos (casi siempre en reuniones burocráticas), y recuerdo siempre las buenas ocasiones, sus éxitos y logros. La he visto crecer y me siento muy orgullosa de pertenecer a su claustro. Lo que hago lo he hecho para que nuestra Facultad y nuestra Universidad sean reconocidas con respeto.

El trabajo y la familia

Ha sido muy difícil y no siempre lo he podido conjugar con armonía. Cuando era joven mis padres cubrieron la retaguardia y a mis dos hijos pequeños no les faltó atención, y yo me dediqué a trabajar intensamente. Pero mi vida fue la de una mujer profesional cubana como fue, y es, la vida de las profesoras que nos rodean. Mis hijos son actualmente dos profesionales trabajadores, viven en Cuba, y tienen los conceptos de familia y de patria sembrados en medio de las condiciones más adversas, pero contradictoriamente fértiles, incluyendo el Período Especial.

El idioma Español. El futuro…

Converso mucho con los estudiantes sobre el manejo de la lengua, incluso de las “malas palabras”. Los problemas actuales acerca del manejo de nuestra lengua materna son casi siempre causados por problemas sociales, especialmente por falta de cultura (concepto diferente a conocimiento). Es como tener un solo vestuario en el ropero: el mismo para ir a la bodega o al teatro. Hay que tener un repertorio lingüístico variado, ajustarse a cada situación comunicativa y saber qué elegir en cada caso. La forma de hablar es la primera impresión que damos a los demás, si fallamos será difícil cambiar la opinión del otro. Y no es hablar siempre en un registro “alto” (traten de hacerlo en una cola y verán el fracaso social también), es ajustarse a cada situación comunicativa con un arsenal lingüístico que hemos aprendido casi desde que nacimos.

Me quedan muchísimas cosas por hacer. Todos los días aprendo algo y me surgen nuevas ideas por materializar. Recién aprendí a trabajar con la plataforma moodle y estoy montando mis asignaturas con una nueva mentalidad. Quisiera escribir un libro sobre anécdotas de mis viajes (mis alumnos y compañeros se mueren de risa cuando cuento las cosas que me han pasado), quisiera escribir otro libro de lingüística afrohispánica (mi pasión por África es infinita), creo sinceramente que he logrado una teoría y una metodología en esta esfera que merece dedicarle tiempo a organizar. Quisiera preparar un diplomado sobre el negro en la cultura americana que abarcara historia, literatura, arte, lingüística y religión. Quisiera volver a repasar inglés y alemán (idiomas que estudié de joven).

Me gustaría ser recordada como aquella buena profesora que, además, hablaba de teatro, ballet, cine, era fanática del equipo de fútbol del Barcelona, ayudaba en los Festivales Culturales, tenía un tatuaje con más de 70 años e iba sistemáticamente al gimnasio a las 6 a.m.

El mejor reconocimiento que podría recibir es oír el comentario: “Disfruté mucho la clase, aprendí cosas que ni me imaginaba” porque el aula es goce, disfrute, diversión, sorpresa ante algo nuevo y, por supuesto ciencia, mucha ciencia.

La Dr.C. Gema Valdés Acosta ha recibido las condecoraciones «Rafael María de Mendive» (1995); «Por la Educación Cubana» (1998); «José Tey» (2001); «Frank País» en I y II grado, 2015 y 2018, respectivamente, y la condición de Educadora Ejemplar. Tiene seis libros y casi un centenar de trabajos científicos publicados. Profesora invitada en universidades de Ucrania, Alemania, Brasil, España, Gabón y República Democrática del Congo y miembro de la Cátedra UNESCO de Estudios Afroiberoamericanos de la Universidad de Alcalá (España). Es secretaria de la Revista Islas, miembro de los Consejos Científicos de Ciencias Sociales del CITMA provincial, de Cultura y del Grupo de Expertos. En el año 2012 recibió la orden Carlos Juan Finlay y resultó elegida Académica Titular de la Academia de Ciencias de Cuba para la etapa 2012 a 2018. En la actualidad, es Profesora Titular y Consultante del Departamento de Lingüística y Literatura de la Universidad Central ‘’Marta Abreu’’ de Las Villas y dirige la disciplina Estudios Lingüísticos.

Para concluir este diálogo, que no termino de agradecer en todas las posibles formas, me confiesa:

Sus escritores paradigmáticos: En primer lugar José Martí, tiene algo nuevo siempre que decirme en cualquier momento de la vida y en cualquier género. Otras figuras son Mario Benedetti, Eduardo Galeano y, por supuesto Miguel de Cervantes. Más acá admiro a Onelio Jorge Cardoso, Nancy Morejón y Leonardo Padura.

Su libro favorito: Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes, inagotable hasta el infinito.

Su palabra preferida del idioma Español: CIMARRÓN.

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