Más que una entrevista fue una conversación, un diálogo de esos que te dejan sorprendido, de los que atrapan, donde te encuentras con una persona que en la cotidianeidad inspira y enamora.
Ella es Oralia Rodríguez López, una mujer que se ha dedicado al Centro de Investigaciones Agropecuarias (CIAP), allí trabaja hace 47 años como técnico de Laboratorio en análisis de suelos.
Llegó a este centro muy joven cuando, por su procendencia social, no soñaba trabajar en una universidad. ¿De dónde proviene Oralia? – le pregunto.
«Me crié en un campo en Quemado de Güines, donde el pueblo más cercano queda a 12 km. Era una guajira, mis padres formaban una familia campesina. Salía de ese campo solo cuando me enfermaba y había dinero para pagar el médico y no existía otra alternativa».
El privilegio de vivir en Revolución
Cuenta Oralia que por esos años triunfa la Revolución y ella tuvo la oportunidad de presenciar todos los cambios que se realizaron, celebró el 1ro de enero de 1959, vivió la Reforma Agraria.
Recuerda con emoción aquellas movilizaciones de recogida de café en 1962 en la Sierra Maestra y 1965 en Maisí, el cordón de La Habana, en la zafra del 70 y muchas tareas productivas en toda su etapa estudiantil; pero, sobre todo recuerda que con solo 11 años se incorporó a la Campaña de Alfabetización.
«Durante la Alfabetización yo estuve prácticamente en la madriguera de Tondike, el asesino de Delfín Sen Cedré, Manuel Ascunce y otros brigadistas. Realmente en aquel momento por el entusiasmo revolucionario y tal vez también por nuestra juventud, no percibíamos el peligro, ni llegamos a sentir miedo».
«Además, tampoco conocíamos que la milicia nos protegía, eso siempre se hizo con mucha discreción. A veces no podíamos salir, yo recuerdo que nos decían: hoy no pueden salir porque hay cerco, y nos quedábamos atrapados dentro de los cercos».
«Fueron tiempos difíciles, pero asumimos aquella tarea con una entrega y un cariño tan espontáneo, juvenil y una responsabilidad tremenda que todos los retos que se nos imponían en el camino, los vencíamos».
«Pero lo más simbólico sucedió al finalizar la Campaña, cuando se declara a Cuba territorio libre de analfabetismo, en aquel gran desfile donde compartimos en un mismo escenario con los máximos líderes de la Revolución».
Otra vez me toca el turno en el diálogo y pregunto: pero, y entonces, ¿cómo llega usted a UCLV?
«Cuando termina la Campaña obtengo una beca en La Habana para cursar mi secundaria. En la capital también realizo mis estudios en el Técnico Medio en Suelos, Fertilizantes y Alimentación».
«Al concluir los estudios me incorporo al CIAP, por tres meses en forma de práctica profesional, en aquel momento se le llamaba pasantía. Luego comencé a trabajar como plaza fija en este centro. Desde entonces trabajo aquí en el mismo lugar con mis compañeros, algunos se han retirado, pero yo sigo aquí con otros que se han ido incorporando».
«En el trabajo uno se va superando, en mi caso no llegué a la Educación Superior, pero sí me he superado a través de trabajos científicos e investigaciones relacionadas, por ejemplo, con el mejoramiento de los suelos y el aporte desde la innovación a diferentes procesos agrícolas».
Entre el respeto y la juventud
Querida y respetada por todos en el CIAP, Oralia recibió durante nuestra conversación saludos de varias personas, bromas de jóvenes que trabajan con ella. Se respiraba un ambiente tan cordial de trabajo que enseguida tuve que preguntar: profe, se observa que en torno a usted se mueve una empatía general aquí en el CIAP ¿cómo ganarse ese reconocimiento?
«Siempre he tratado de ir al frente de las tareas dando el ejemplo. Además, me apego mucho a la juventud. Creo que ha sido la disciplina, el respeto y el rigor por esa disciplina los factores fundamentales para que me quieran y me respeten tanto en este centro».
«Todos juegan y jaranean conmigo, pero a la vez me respetan, me hacen sentir como una familia».
Y ese respeto le vale para aconsejar y guiar a los más jóvenes, para nutrirlos de toda la experiencia y la sabiduría que al paso de los años se alcanza, porque, según Oralia, la juventud constituye el futuro y son ellos a los que les corresponde luchar para mantener todo esto y seguir adelante.
Muchas veces conversa con los jóvenes del Centro sobre la historia de su juventud, las diferencias entre lo que han vivido los más viejos y las oportunidades que hoy tienen las nuevas generaciones.
En ese instante mi colega Javiel Fernández, quien escuchaba desde el inicio el intercambio, se interesa y pregunta: Oralia, y cuando llegue el momento de decir adiós al CIAP…
Oralia hizo una pausa, pensó y con una voz entrecortada, luego de unos segundos, respondió:
«Imagínate que yo no he pensado todavía en eso. Cuando me preguntan por el retiro de Oralia, les digo: yo no sé, no lo he planificado aún. Realmente no lo he pensado, porque me siento tan bien aquí».
«Salgo todas las mañanas, muy contenta de mi casa, a veces cantando “amanecer feliz” porque mi trabajo en el CIAP es como una extensión de mi casa y mi familia. Aquí me siento muy a gusto».
«Nunca me ha importado cuánto gano monetariamente, para mí lo importante es sentirme útil en mi trabajo y en la sociedad».
Sin Oralia no hay caminata
Esta mujer ya septuagenaria posee en sus años de UCLV más de 30 caminatas, solo interrumpidas por sus períodos de embarazo y licencias de maternidad. Un espacio donde el entusiasmo y la alegría inundan a Oralia.
«Esta es la forma de reflejar el amor que siento por las hazañas del Che y el resto de los líderes históricos de la Revolución. Caminar para mí representa el compromiso con sus ideas».
«Todos los años encabezo esa caminata aquí en el CIAP y en la facultad, siempre con muchas iniciativas, con ese espíritu alegre, contagioso, de la juventud».
«Nosotros vamos caminando y le pasamos a las demás personas porque caminamos muy bien. Incluso, hay compañeros de trabajo que dicen: si Oralia camina, aunque estemos cansados, hay que ir».
«Este año por supuesto que voy a caminar y espero que todos los jóvenes me acompañen porque si Oralia no camina, no hay caminata».
Oralia afirma que siempre ha estado en la línea de la Revolución, a la cual agradece por construir un país lleno de oportunidades para los cubanos.
Distinguida con la medalla aniversario 40 de las FAR, las condecoraciones Rafael Maria de Mendive y Por la Educación Cubana; Oralia es además fundadora de los CDR y la FMC, organizaciones en las que ha trabajado siempre a nivel de base.
Incondicional a su trabajo; muestra de esfuerzo, disciplina y entrega, Oralia asegura que se siente orgullosa de estos 47 años de trabajo, porque dedicarle tanto tiempo a lo que más disfruta es gratificante, aún más cuando la rodean personas que la quieren y respetan. Esas constituyen las esencias de los amaneceres felices de Oralia.
- Fotos de la Dirección de Comunicación de UCLV y cortesía de la entrevistada.
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